ladrón de fuego
Cortázar, en verso
«Es una poesía nutrida en los márgenes, que jamás descuida la artesanía verbal»
Descubren siete relatos inéditos de Julio Cortázar
Julio Cortázar escribió cuentos como quien se pusiera cada día a inventar el género. Yo aún recuerdo, entre los dulces sobresaltos de mi juventud, el impacto estupefaciente de uno de sus textos más aplaudidos, 'Continuidad de los parques', ahí dentro de esa caja de ... enigmas que se titula 'Final del juego'. Uno quedaba hechizado por la pericia mágica del argumento oculto, que se aupaba en la línea final del texto, como una rúbrica de susto. Escribió muchos otros así, Cortázar. Estamos ante un trapecista de la verosimilitud, ante un piloto de lo invisible que nos acecha, que deja con mano maestra un gran ramo de relatos inolvidables, junto a Borges.
Eran los años cincuenta cuando Cortázar ya era un nombre cimero en la prosa de ficción, pero paralelamente fue enhebrando una obra larga de poeta que ahora se nos da íntegra y magnífica en un solo tomo monumental, editado por Alfaguara. Estamos ante ochocientas páginas, o casi ochocientas, de una poesía nutrida en los márgenes, que jamás descuida la artesanía verbal, para encender la llama que es la luz del fondo del hombre. Hay mucho, a rachas suculentísimas, en este libro de la felicidad del lenguaje como vertiente del juego, porque el juego en él, «es un instrumento, dúctil y provechoso, de creación y exploración», según la mirada de Vargas Llosa. Esto nos vale para el Cortázar en prosa, pero también para el Cortázar en verso.
El birlibirloque lúdico se da, a menudo, desde el título mismo de los poemas, como en la colección 'Pameos y meopas', o bien en la letanía de tantos versos que hacen larga cabellera de metáforas, a menudo mechadas de alusiones al jazz, o a la ópera, o la lectura de otros autores. Cortázar acomete en algunas épocas el soneto según todos los cánones, y sale magistral de la iniciativa, para adentrarse luego, en otros momentos, por el poema de arquitectura puramente sonora, en una decantación de compositor de oído que le lleva a escribir páginas en francés, o en italiano. Es una lírica insólita la de Cortázar, y sin duda vertebral en su obra de riesgo. Aquí la ciudad, como en 'Rayuela', es templo de una música que se ata o desata con el puro soliloquio del espíritu del poeta.
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