Las piedras en las que las empresas tropiezan una y otra vez con sus estrategias de innovación
Una cultura que recela del riesgo, la falta de recursos, las visiones cortoplacistas y la ausencia de espíritu cooperativo son frenos recurrentes para la modernización
El ahora o nunca de la reinvención de las empresas españolas

La innovación es uno de los pilares fundamentales para el crecimiento y la competitividad de las empresas, pero en España, a pesar de los esfuerzos y las inversiones crecientes en investigación y desarrollo, son muchas las que se enfrentan a obstáculos recurrentes que dificultan ... su despegue innovador. Desde una cultura empresarial que recela del riesgo hasta la falta de recursos y una visión a corto plazo, los frenos que limitan el progreso en este ámbito son diversos y complejos. Alcanzar el objetivo nacional de invertir el 2,12% del PIB en I+D para 2027, como establece la Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación, requerirá mantener un ritmo de crecimiento anual cercano al 15,8%.
No solo es una cuestión de lo que hacen las empresas, explica Xavier Ferràs, decano asociado EMBA y profesor del departamento de Operaciones, Innovación y Data Science de Esade. La innovación es un fenómeno que va a depender del entorno donde están esas compañías. En los países más innovadores del mundo, los ecosistemas y las políticas ayudan a las compañías a impulsar proyectos de alto riesgo y de alto impacto y por tanto, las ayudan a avanzar en procesos de innovación. Desde una fiscalidad favorable, ayudas directas, centros tecnológicos o de universidades que apoyen el desarrollo de esos proyectos hasta la existencia de compra pública innovadora, por ejemplo, que ayuden a las compañías a vender sus primeros prototipos, etcétera. Por eso existen entornos que atraen y generan innovación y compañías innovadoras. Silicon Valley, Finlandia, ahora Shenzhen, en China, algunos países como Israel, Corea del Sur, etcétera, han construido los marcos favorables para que las compañías avancen en proyectos de mayor riesgo, explica este experto.
En esta misma línea, Julián López-Arenas, director de Competitividad de la Cámara de España, subraya que la innovación implica definir cómo, en qué y para qué innovar y alinear esos esfuerzos con los objetivos generales del negocio. «Se trata de una estrategia necesaria para cualquier empresa que quiera crecer, adaptarse a un entorno en constante cambio y que debe apoyarse en la innovación, la digitalización y en la internacionalización como palancas de transformación empresarial», advierte.
A pesar de que muchas empresas reconocen la importancia de innovar, se enfrentan a barreras que dificultan su puesta en marcha. Enumeramos a continuación algunas de ellas.
Gestión anticuada
Muchas empresas tienen todavía un enfoque convencional de gestión de proyectos que no es adecuado para iniciativas innovadoras, ya que no se ajusta a la incertidumbre, el riesgo y la complejidad que estas conllevan. Esto refleja una falta de planificación estratégica en muchos casos, lo que impide una dirección clara en los esfuerzos de innovación. Como bien señala Xavier Ferràs, el 'management' convencional falla ante proyectos de innovación. «En el caso de proyectos seguros, nos sirve un 'business' en plan convencional pero en proyectos más exploratorios, más disruptivos, más del largo plazo, más complejos, de mayor riesgo, no nos sirve». La solución pasa por adoptar metodologías específicas como 'design shinking', 'lean startup', 'open innovation' y crear equipos con autonomía, es decir, una nueva lógica de 'management', que hay que desarrollar.
Cultura empresarial
Muy en relación con la anterior, la aversión al riesgo está en el ADN de muchas empresas españolas y como tal, tiene consecuencias directas en la capacidad de liderar la innovación, analizan los expertos. España tiene un gran potencial creativo y de adaptación, pero enfrenta un desafío cultural importante: la desconfianza, señala Gómez. Esto no solo afecta la manera en que se decide la financiación de proyectos innovadores, sino también la percepción social de quienes se atreven a arriesgar. En Europa no se valora lo suficiente el papel de la exploración en los modelos de negocio, ni se pone en valor a los empresarios que deciden apostar por la innovación, a pesar de los errores que puedan cometer en el proceso. Como se apunta, «el riesgo puede ser de mercado, tecnológico, financiero o personal». Esto lleva a preferir proyectos seguros (como abrir otra franquicia) frente a oportunidades disruptivas. La solución requiere crear «paraguas» internos que protejan a los equipos innovadores y midan el progreso de forma diferente.
2,12% es el objetivo de inversión en I+D para 2027
En este punto, Ferràs apunta que «necesitamos culturas que acepten el riesgo y que acepten también el error. Y todo eso forma parte de una nueva lógica de 'management', que hay que desarrollar».
Víctima de la presión
La preferencia por proyectos más seguros y a corto plazo es un claro ejemplo de cómo la presión por obtener resultados inmediatos puede desplazar la innovación a largo plazo. Muchas compañías, especialmente las pymes, enfrentan limitaciones financieras que les impiden destinar recursos suficientes a proyectos y esto lleva a priorizar propuestas seguras y de retorno rápido en lugar de iniciativas más disruptivas, que podrían generar ventajas competitivas sostenibles. Esto representa un obstáculo significativo, ya que muchas innovaciones requieren ciclos largos de desarrollo y validación antes de generar beneficios tangibles.
Para superar esta barrera, es fundamental repensar los modelos de financiación e incorporar mecanismos que permitan asumir riesgos con mayor seguridad. En este sentido, es clave facilitar el acceso a recursos que reduzcan el impacto del riesgo financiero, ya sea a través de incentivos fiscales, fondos públicos para proyectos de alto impacto o la colaboración con centros tecnológicos y universidades, recalca López-Arenas.
Hoja de ruta
No considerar la innovación con una prioridad es un problema tanto en España como en Europa, donde la falta de una dirección clara contrasta con el enfoque de países como China o EE.UU., en los que la inversión en tecnología está alineada con su visión de hegemonía, explica Emma Gómez, directora general de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD).
El día a día empresarial suele reducir el margen para la reflexión estratégica dejando a la innovación relegada a un segundo plano o, en muchos casos, se aborde de forma fragmentada, sin la continuidad ni la profundidad necesarias para generar un impacto real. Es necesario por tanto, contar con una hoja de ruta que sitúe la innovación en el centro de la estrategia.
Optimizar esfuerzos
Reforzar ecosistemas de cooperación se vuelve una estrategia imprescindible para optimizar esfuerzos y hacer frente a los desafíos del mercado con mayor competitividad. En España y Europa existe una fragmentación empresarial que dificulta la cooperación entre actores porque el mercado europeo está compuesto por países con distintas culturas y normativas, lo que complica la salida al mercado o el 'go to market' de nuevas soluciones, apunta Emma Gómez. «Se necesita un entorno más ágil para la cooperación y la creación de alianzas estratégicas que haga más eficientes las inversiones y los recursos que actualmente se están destinando», señala.
Para superar estas barreras, es clave contar con modelos de financiación que no solo mitiguen los riesgos asociados a la innovación, sino que también faciliten el acceso a entornos de colaboración, indican desde la Cámara de Comercio. Espacios donde empresas puedan compartir inversiones, recursos y conocimiento, maximizando así las oportunidades de éxito y acelerando el proceso de innovación.
Burocracia
Los países líderes en innovación han entendido que la burocracia es el enemigo de la disrupción. Sus mecanismos de financiación ágiles con procesos simplificados, fiscalidad favorable, ayudas directas, especialmente en las fases iniciales de la I+D, créditos blandos, compra pública innovadora, centros tecnológicos de apoyo, etc, persiguen un modelo claro, explica el profesor Ferràs. El Estado comparte el riesgo con los empresarios. Si la iniciativa triunfa, hay retorno; si fracasa, la pérdida es asumida.
La paradoja es evidente: tenemos talento, capacidad científica y empresarios con ideas, pero faltan los puentes que conecten estos elementos: desde reformar los mecanismos de financiación hasta redefinir cómo la administración compra tecnología.
No se trata de copiar modelos extranjeros, sino de aprender : la innovación no es un gasto, es la mejor inversión para mantener relevancia económica en un mundo que cambia a velocidad exponencial. Los países que lo han entendido no tienen fórmulas mágicas, solo políticas consistentes aplicadas durante décadas.
Cambio tecnológico
Los sectores que no han terminado de asimilar los ciclos de innovación anteriores como el big data (solo el 18% de pymes españolas analizan sus datos según el informe anual de DigitalES), las webs funcionales o el uso de Cloud Computing, tienen doble dificultad, analizan desde APD. En este sentido, los nuevos avances, con la inteligencia artificial a la cabeza, representan una gran oportunidad para acelerar la evolución de sus modelos. Las empresas deben abordar primero su transformación digital básica antes de saltar a innovaciones más avanzadas.
Talento especializado
La innovación requiere equipos multidisciplinares con conocimientos en nuevas tecnologías, metodologías ágiles y visión estratégica. Sin embargo, el mercado laboral presenta una brecha significativa entre la demanda de estos perfiles y la oferta disponible. La cultura empresarial juega un papel clave en este desafío, ya que las organizaciones que no ofrecen oportunidades de desarrollo, de formación continua y un entorno que valore la creatividad y la experimentación suelen perder a sus profesionales más innovadores. Para ello es fundamental repensar las estrategias de captación y de fidelización del talento, apostar por programas de formación interna, promover una cultura de mejora y aprendizaje continuo, una flexibilidad laboral y fomentar ecosistemas de innovación donde los profesionales puedan desarrollar su potencial.
También es importante escuchar a los empleados y a los clientes, puntualiza López-Arenas. Muchas ideas de mejora y oportunidades de innovación surgen desde dentro o desde el contacto con el cliente. A menudo, son quienes están en la primera línea del negocio los que identifican problemas y detectan necesidades que pueden convertirse en verdaderas oportunidades de transformación.
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