desde la raya
Pólvora ajena
Justicia e igualdad que se ha roto sistemáticamente desde el Gobierno asumiendo los altos costes del chantaje
La sonrisa de María
A mí no amor

Marzo entra con el Carnaval bajo el brazo y un frío gélido en la antesala de la primavera. Esta caricia de nieve en el rostro mientras las murgas y chirigotas llenan la calle con sus críticas disfrazadas de humor y ejercen la libertad por las ... esquinas.Llega marzo cargado de incertidumbre en un mundo que no es capaz de disfrazar sus miserias. Un mundo que cada día ofrece mil posibilidades distintas, miles de columnas en torno a la actualidad, que luego desecho a la hora de enfrentarme a una pantalla en blanco que llenar con 475 palabras, que dan para mucho, para todo, para nada, según se mire.
Unos porque saturan; otros porque entristecen; otros porque van más lejos de donde la razón acierta a entender, como si el mundo fuese por un lado y yo por otro; otros porque meterían esta columna en la espiral de un Día de la Marmota, tema tras tema, y así pasa la semana con pólvora en los dedos que a veces se apaga antes de disparar por esta sensación de predicar en el desierto, de soñar imposibles, de pedir paz en el mundo, justicia y equidad entre los pueblos.
Una paz cada vez más turbia, más lejana, en la que ya nadie juega su papel; en la que los aliados dejan de ser aliados con Europa en la encrucijada; un tratado de paz sin una de las partes en guerra; con la América de las libertades otorgando carta blanca para saltarse a la torera el orden internacional, la soberanía de los pueblos. Pólvora ajena que dispara contra todo.
Justicia e igualdad que se ha roto sistemáticamente desde el Gobierno asumiendo los altos costes del chantaje, los siete votos del nacionalismo catalán para mantener en el sillón al presidente, engalgando el puro sobre las espaldas de los demás, de todos nosotros, los contribuyentes; disfrazando de caridad, por aquello del Carnaval, la condonación de una deuda global que suponga que cada castellano y leonés pague más de trescientos del ala, que hace que paguemos entre todos los descosidos de unos cuantos.
Esta rabia, esta impotencia de saber que los palos siempre caen del mismo lado, que hay tierras donde hagas lo que hagas somos patria de pagafantas, reinos de taifas de quienes se juegan nuestras vestiduras a los dados como los soldados que desnudaron a Cristo; nazarenos perpetuos con la cruz a cuestas, con la buena o la mala suerte de haber nacido en este corredor del Oeste que conduce siempre al mismo sitio.
Marzo de carnaval, pólvora ajena, veneno que se diluye para no escribir un poema repetido de amor desesperado, esta condena de nacer en una tierra donde sobrevivir es un ejercicio de funambulismo, mi Zamora Vaciada que también late y canta disfrazando sus penas de futuro. Donde todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pagar.
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