Una cumbre en Valencia «gafada»
«¿Cómo se ha quedado el país entero sin luz?», era la pregunta más repetida entre los asistentes

El Partido Popular tenía muchas expectativas puestas en el congreso europeo de Valencia. La cumbre iba a permitir a Alberto Núñez Feijóo exhibir su mayor influencia en Europa. Y aunque toda su preocupación estaba centrada en que la dana y la crisis ... política derivada de la tragedia no empañaran el evento, al final lo que lo eclipsó por completo fue el apagón que dejó a España a oscuras el día anterior. No hubo una sola conversación en Feria Valencia en la que no se repitiera la misma pregunta: «¿Qué ha pasado en España? ¿Cómo se ha quedado el país entero sin luz?».
Y la respuesta no llegó porque no la hay. El perímetro de seguridad en torno al gigantesco recinto a las afueras de la ciudad estaba diseñado para disuadir a manifestantes y víctimas de la riada. Al final fue incluso superior con policías nacionales llegados desde distintos puntos del país, pero por la crisis del suministro eléctrico. El temor a que pudiera repetirse una caída de las telecomunicaciones o se produjeran nuevos altercados en las horas previas al desembarco de los grandes líderes europeos desató más nervios entre los organizadores.
Las mayores odiseas las protagonizaron los dirigentes españoles y empleados del PP -muchos llegaban desde Madrid- y los periodistas acreditados. Casi todos se quedaron atrapados en trenes durante horas o vieron anulados sus billetes. Otros tuvieron que caminar kilómetros por túneles subterráneos o campo a través . Algunos terminaron improvisando viajes en coche para poder llegar a la ciudad del Turia. «El milagro es que estemos todos aquí y que estemos bien», reconocían en la delegación española. «Parece que estamos gafados», añadían algunos eurodiputados.
La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, fue de las últimas en llegar en coche a Valencia, ya hacia el mediodía. Su tren no llegó a salir de Chamartín el día anterior y caminó con el resto de pasajeros en fila india por un túnel hasta llegar a la estación de Atocha. En su vagón viajaba el expresidente de Colombia, Andrés Pastrana. La portavoz en el Senado, Alicia García, se quedó atrapada en el suyo durante doce horas y terminó regresando a Madrid. El goteo de historias fue incesante.
El ambiente del congreso estuvo enrarecido en todo momento. Este tipo de eventos políticos suelen ser festivos, están plagados de discursos con aires de mitin, fotos de grupo y más celebración que trabajo. Pero la sensación era extraña por la falta de información y la enorme sensación de vulnerabilidad.
A primera hora del martes llegaban al pabellón principal del congreso la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; y la del Parlamento, Roberta Metsola. Poco a poco parlamentarios de los 27 países europeos se iban distribuyendo por las plantas y el plenario.
Sin suspensión
La realidad es que nadie se planteó suspender el congreso a pesar de que Núñez Feijóo había calificado como «emergencia nacional» el episodio del lunes porque los dirigentes internacionales llegaron desde sus países sin apenas sufrir problemas ni retrasos. «En Finlandia, Alemania o Lituania no se fue la luz», ironizaban desde Génova para explicar por qué, a pesar de la gravedad vivida en España, no tenían margen ni capacidad de plantear un aplazamiento.
«El milagro es que estemos todos aquí y que estemos bien», reconocían en la delegación española
El martes, además, Valencia había amanecido con electricidad. La familia conservadora tiene la urgencia de renovar ya su cúpula y, obviamente, la cancelación habría conllevado un sobrecoste enorme que ya fue el motivo esgrimido para no cambiar la ubicación del evento a pesar de los intentos de Feijóo por llevarlo a Madrid.
Por lo que no tuvo que asumir al final el PP fue el encaje de Carlos Mazón, presidente de la Generalitat. La decisión se había tomado para que fuera él, al mismo nivel que la alcaldesa de Valencia, el que diera unas palabras de bienvenida. Pasar el trago cuanto antes. Pero Mazón no tuvo ni que aparecer. El apagón se llevó su presencia por delante.
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