Empresarios gallegos reclaman compensaciones por las pérdidas económicas del apagón
La patronal pide elaborar protocolos de respuesta ante estos incidentes y el fortalecimiento del sistema energético
Desde Inega destacan la eólica marina y el hidrógeno verde para intentar aportar más seguridad al suministro
La noche más a oscuras de Galicia, «un viaje al pasado»

Una semana después del apagón que dejó a la Península Ibérica a oscuras durante horas –hasta 12 del mediodía en algunos puntos, como Arzúa–, las causas continúan sin trascender, más allá de las evasivas y la falta de asunción de responsabilidades, pese a que ... las consecuencias ya son palpables, si bien difíciles de calcular con exactitud. En Galicia, uno de los últimos territorios de España en restablecerse por completo el suministro, los efectos no solo se limitan a lo económico o lo humano, sino al ámbito medioambiental, con el fallo de la depuradora EDAR de Vigo, que vertió aproximadamente 28.800 metros cúbicos de agua sin tratar directamente a la ría.
Desde la patronal gallega, su presidente, Juan Manuel Vieites, afirma que el apagón generó «numerosas pérdidas de producción, cancelaciones de servicios y dificultades logísticas, lo que inevitablemente tendrá un coste económico directo e indirecto». Un perjuicio especialmente acusado en las pequeñas y medianas empresas, que suponen más del 90% del tejido empresarial tanto en Galicia como en el conjunto de España, y que se enfrentan a un riego de «viabilidad de sus operaciones a corto plazo».
Todavía es pronto para conocer una cifra concreta, como reconocen también desde el Foro Económico de Galicia, que realizaron una primera aproximación teniendo en cuenta el impacto total estimado para España, en la que resultarían unos 200 millones de pérdidas solo en Galicia. Un corte del suministro contra el que son especialmente vulnerables sectores estratégicos de Galicia, como el industrial, el agroalimentario, el logístico o el tecnológico, que requieren de suministro energético constante y seguro.
Algunos ejemplos son el de Stellantis en Vigo, donde las horas sin suministro provocaron que la factoría dejase de producir aproximadamente 1.000 vehículos, el equivalente a dos turnos completos de trabajo. Un impacto que no fue a más gracias a la implicación de los empleados, reconoció José Luis Mosquera, director de la fábrica, aunque el golpe llega en un momento complicado, con la planta sometida a concurso público, además de los despidos de los últimos meses.
El apagón también se sintió en la fábrica de aluminio de Alcoa en San Cibrao (Lugo), donde llevan años con parones en la producción y amenazas de venta y despidos debido al elevado precio de la energía y la consecuente falta de rentabilidad. El corte de suministro se produjo en un momento de rearranque de las cubas en las que se funde el aluminio extraído y, al detener el proceso, el aluminio se solidificó, haciendo que algunas de las cubas se volviesen inservibles. Si todas las estuviesen en funcionamiento, las consecuencias habrían sido fatales.
Por todo ello, desde la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) reclaman la creación de mecanismos de compensación por los daños económicos derivados del apagón, «con especial atención al sector industrial y comercial», protocolos de respuesta y coordinación y una «investigación rigurosa» sobre el origen. «Galicia no puede permitirse parones que comprometan su competitividad ni su capacidad de generar empleo. Este apagón debe ser un punto de inflexión para construir un sistema eléctrico más robusto, eficiente y adaptado a las exigencias de la economía moderna», concluye Vieites.
El papel de las renovables
Aunque los gallegos tuvieron que esperar más para que el suministro volviese en su totalidad, algunos puntos concretos, como en la ciudad de Orense, la energía volvió antes gracias a las centrales hidroeléctricas del Sil, que se reactivaron inmediatamente por su generación síncrona (constante) y su capacidad de aportar estabilidad a la red, como indica el director xeral del Instituto Enerxético de Galicia (Inega), Pablo Fernández Vila.
Hasta que Red Eléctrica haga públicos los datos y causas concretas del incidente, resulta imposible establecer con claridad lo ocurrido, aunque no son pocas las voces que han manifestado el gran peso de la energía fotovoltaica en el mix energético (su porcentaje de producción respecto al del resto de energías). La única certeza a día de hoy es que la compañía sabía desde hace meses que algo así podría ocurrir, tal y como recogen en su informe de gestión dentro de las cuentas anuales de 2024.
«La alta penetración de generación renovable, sin las capacidades técnicas necesarias para un adecuado comportamiento ante perturbaciones (generadores pequeños o generadores en régimen de autoconsumo) puede generar desconexiones de generación, que podrían llegar a ser severas llegando a producir una falta de balance de generación-demanda, lo que afectaría significativamente al suministro eléctrico y de forma indirecta a la reputación de la compañía», señala el informe de Red Eléctrica.
Esperando explicaciones
Las explicaciones oficiales podrían dilatarse «meses», augura Camilo Carrillo, ingeniero eléctrico y catedrático de la Universidadade de Vigo, a juzgar por otros episodios similares (aunque no de la magnitud del vivido en la Península), registrados por la Red Europea de Gestores de Redes de Transporte de Electricidad (Entso-e). En cualquier caso, tanto el director xeral del Inega como el catedrático coinciden en que, lo más probable, es que se deba a un problema multifactorial.
Ninguno de los expertos deduce que la falta de inercia en la energía solar, es decir, la capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios de oferta y demanda, implica que haya que dar carpetazo a las energías renovables, ni mucho menos, sin desdeñar que «cuantas más centrales convencionales haya, habrá más estabilidad en el sistema», apunta Carrillo. El debate pues, deriva en qué energías convencionales son más adecuadas para otorgar estabilidad al sistema eléctrico, ya sea a partir de fuentes como la hidroeléctrica, el ciclo combinado de gas o las nucleares.
Fuentes alternativas
Otras alternativas, también verdes, resultan de la eólica marina y el hidrógeno verde, tecnologías nuevas y en constante desarrollo, pero en las que Galicia tiene un importante papel que jugar. En el caso de la eólica marina, para la que la Comunidad cuenta con recursos idóneos para su instalación, Pablo Fernández destaca que permitirían producir electricidad más de 4.500 horas al año –del total anual de 8.760–, frente a las 2.500 de media que produce un parque eólico terrestre o las 1600-1.800 de las fotovoltaicas.
«Eso garantizaría una estabilidad en cuanto a la curva de generación mucho más importante y que, a la vez, tiene que ir acompasado con lo que siempre decimos: si queremos más renovables, necesitamos más almacenamiento», dice el director xeral del Inega. Una opción sería a través de las denominadas 'gigabaterías', es decir, sistemas en los embalses que permiten bombear agua hacia arriba para almacenarla, o con el hidrógeno verde.
«Porque el hidrógeno verde es un vector energético. No deja de ser un sistema, entre comillas, de almacenamiento que tú, una vez que lo generas, lo puedes almacenar como un gas renovable para hacer uso en cualquier momento que se requiera», añade Fernández.
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