Escándalos y operaciones secretas del espionaje español: los orígenes históricos del CNI
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El primer servicio de inteligencia de España vinculado al Ministerio de Guerra data de 1935, aunque tuvo una actividad muy efímera debido a que la Guerra Civil paralizó su desarrollo. Durante la contienda, cada bando intentó crear su propio servicio con ... el resultado de una multitud de órganos de información y un caos donde cada uno remaba en una dirección distinta y lo difícil era enterarse de la misa a la media. Esta duplicidad siguió tras el conflicto, con hasta ocho servicios de información diferentes durante el Franquismo, exponiendo que en la Guerra Fría los espías y la información eran más importantes que los carros de combate o los cazas.
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El ámbito de actuación de estos servicios de espionaje era tanto interno como externo. En el Decreto de 30 de agosto de 1939 por el que se creó el Alto Estado Mayor (AEM) , se otorgó a la Tercera Sección la misión de «facilitar al Mando Supremo la información necesaria para la más exacta apreciación del potencial militar y económico de otros países». A estas tareas exteriores se sumaron, según una orden reservada fechada en febrero de 1944, «enfrentarse dentro y fuera de España a los complejos servicios de espionaje [...] y coordinar la acción de los diversos organismos encargados de reprimirlos». Espionaje y contraespionaje...

A pesar del aislamiento de España en el mundo, la Tercera Sección de la AEM tendió numerosos lazos con otros servicios extranjeros, algunos poco o nada sospechosos de querer colaborar con Franco. Juan María de Peñaranda , que trabajó desde 1962 a 1979 en los servicios de inteligencia vinculados a la Presidencia del Gobierno, cuenta en su libro 'Los servicios secretos de Carrero Blanco' (Espasa), citando al teniente general Ricardo Arozarena Girón , que los apoyos más fuertes recibidos en esas fechas fueron del MOSSAD isrelí; seguido del BND alemán; la CIA, de EE.UU.; el SDECE francés y el SID italiano.
«Entre las operaciones ejecutadas con la participación del BND cuenta como curiosidad la caza de un espía ruso, un anciano pescador, junto a las aguas del Tajo en Aranjuez, en el momento en que un súbdito norteamericano aparcaba un automóvil junto a él y le entregaba, bien empaquetado, el sofisticado equipo tecnológico de un caza de la USAF», narra.
En este sentido, De Peñaranda también relata en este libro uno de los primeros hitos de los servicios secretos españoles, nada menos que infiltrar a un agente en el KGB. Todo empezó con una llamada del coronel jefe de la Base Aérea de Torrejón advirtiendo que un paracaidista italiano había propuesto a un suboficial español trabajar para los soviéticos. El español fingió aceptar la oferta y logró infiltrarse en la KGB , que le instruyó durante un mes en suelo ruso sobre el uso de cifrado sin reparar que la AEM estaba al tanto.
La excusa de la revuelta estudiantil
Los 007 españoles debían tener un ojo fuera de la Península y dos dentro. Hacia 1968, se puso en marcha por iniciativa del almirante Carrero Blanco la Organización Contrasubversiva Nacional (OCN), activa principalmente en el ámbito universitario y que sería el embrión del Servicio Central de Documentación (SECED) , fundado en 1972, con el objetivo de unificar el caos existente. La misión principal de este organismo, creado por «militares» pero con «apariencia civil» (dependía del Ministerio del Interior y, luego, de Presidencia), era lo que entonces se llamaba contrasubversión, es decir, el conocimiento de los que se oponían al régimen y que, tras Mayo del 68, concentraba su mayor amenaza en los círculos estudiantiles.
El SECED llegó a contar con 250 militares en nómina, la mayoría de los cuales eran del Estado Mayor y trabajaban a tiempo completo o como colaboradores. Su fundador y gran impulsor fue José Ignacio San Martín, coronel de Artillería del Ejército de Tierra , condenado posteriormente a diez años de prisión por su participación en el golpe de Estado del 23-F , que fue escogido por Carrero por su dominio de los idiomas y conocimiento sobre política internacional. A su mando, se seleccionaron de manera cuidadosa a jóvenes agentes entre lo mejor de la oficialidad española con la idea de que se entregaran a la «patria, servicio y que no mostraran ambición política».
En 1974, Andrés Cassinello, agente de este organismo, dejó escrito en un informe titulado 'Ante el cambio' que había que «abrir las compuertas de un pantano para regar el valle sin que se inunde»
Según cuenta el periodista Alfredo Grimaldos en su libro ‘La CIA en España: Espionaje, intrigas y política al servicio de Washington’, el SECED colaboró con la CIA para poner en orden las distintas familias políticas que habrían de participar en la ‘Operación Tránsito’, esto es, lo que iba a ocurrir tras la muerte de Franco. En 1974, Andrés Cassinello , agente de este organismo, dejó escrito en un informe titulado 'Ante el cambio' que había que «abrir las compuertas de un pantano para regar el valle sin que se inunde», lo cual pasaba por limitar la influencia del PCE y dar alas a las nuevas corrientes socialistas frente a las históricas.
«El SECED expide los pasaportes que permiten a Felipe González y los suyos viajar a Francia, y escolta al emergente político sevillano hasta Suresnes, donde alcanza la secretaría general del partido», apunta este autor. En clave de humor, se suele decir que a ese congreso socialista asistieron más policías y miembros de los servicios secretos que militantes. Si bien tenían bien vigilada a la oposición sindical y política, el punto débil del SECED era, según reconocía su fundador, su escaso conocimiento sobre ETA, que fue precisamente quien asesinó a Carrero Blanco provocando, entre otras cosas, la destitución de San Martín . El futuro era ahora más incierto que nunca.

El miedo a que ciertos sectores del SECED no estuvieran comprometidos al cien por cien con el viaje hacia la democracia hizo que Adolfo Suárez buscara rehacer los servicios de inteligencia durante la Transición. En julio de 1977, siendo este presidente y con el apoyo del vicepresidente para Asuntos de Defensa, Manuel Gutiérrez Mellado , se disolvieron los anteriores órganos y se creó el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID).
La mezcla del nuevo pastel se hizo con la sección exterior del servicio de inteligencia del AEM, «el más liberal de todos los centros de espionaje», y el propio SECED, incapaz de quitarse la fama de franquista pero con la mayor especialización y medios. «Mellado sabía que el SECED era el mejor servicio en ese momento, realmente de altura, pero también conocía su gran debilidad: había nacido durante la dictadura, a la sombra de Carrero Blanco , con el fin de contestar a la consabida pregunta de "¿qué ocurre en España?"», explica Fernando Rueda en su obra ‘La Casa, el CESID: agentes, operaciones secretas y actividades de los espías’ .
Los KA, los espías más peligrosos
Cuatro meses después de su creación, se estableció que el CESID sería el órgano encargado de «obtener, evaluar, interpretar y facilitar al ministro de Defensa cuanta información fuera necesaria para la defensa de España», que esas fechas pasaba por lucha contra el terrorismo de ETA y los remanentes franquistas que quedaban en las Fuerzas Armadas . En su primera etapa la prioridad era la información militar, principalmente orientada hacia el interior de los propios Ejércitos, con el objetivo de combatir eventuales conspiraciones de involución del régimen constitucional. Sin embargo, después del golpe de 23 de febrero de 1981 el organismo asumió un función más de inteligencia al uso y de lucha contra el terrorismo.

Los nobles en clave son siempre el pan de cada día de los espías. Si a nivel interno la CIA es conocida como la Agencia, el CESID lo era entre los suyos como la Casa, en tanto el director era el dios RA o 1B. Asimismo, los integrantes del departamento de Acción Operativa (DAO) eran denominados como los KA, los espías más peligrosos y parecidos a los 007 de la gran pantalla. Suya es la tarea de llevar las operaciones de campo.
Con el teniente coronel Emilio Alonso Manglano en el cargo de director, el CESID fue creciendo en medios e instalaciones para especializarse, dentro de los compromisos españoles con sus socios la OTAN, principalmente en los asuntos concernientes del Norte de África y Oriente Medio. El CESID abrió delegaciones en numerosos países y profundizó en las relaciones de colaboración con otros servicios similares. En estos años de gobierno socialista, el organismo se encargó de espiar y grabar a un gran número de empresarios, políticos y periodistas relevantes de los años ochenta. Entre los políticos estaban Isabel Tocino, exministra de Medio Ambiente, Fernández Ordóñez, José Barrionuevo o Enrique Múgica; periodistas como Luis María Ansón, Pedro J. Ramírez o García Trevijano, y empresarios como Alicia Koplotivz o José Antonio Segurado.
[Los papeles de Manglano, el jefe de los espías]
Como resultado de estos escádalos, la actividad del CESID se vio salpicada de manera recurrente por acusaciones de actuar al margen de la ley, lo cual explica, en parte, por qué en 2002 el Gobierno de Aznar tomó la decisión de cambiar su nombre por Centro Nacional de Inteligencia (CNI). «Digan lo que digan los directores en defensa de la estricta legalidad de las actuaciones del CNI, el hecho es que la Ley de Secretos Oficiales les sigue sirviendo de parapeto para ocultar un trabajo sin duda necesario para una democracia, pero que con frecuencia requiere métodos ilegales», explica Fernando Rueda en su libro ‘Por qué nos da miedo el CNI-Cesid’ sobre un organismo que informa de manera regular a la Comisión de Fondos Reservados a través de su director o de la vicepresidencia, pero del que nadie puede decir que «el Congreso de los Diputados ejerce un control parlamentario sobre las actividades del CNI».
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