La Alberca
El bulo de la economía
¿Cómo va a ir como un cohete un país en el que los treintañeros con trabajo no pueden pagarse un piso?
El juego de la silla
El delito de filtración
El camelo económico del aparato de propaganda no puede ya con el sinvivir del escándalo cotidiano. El sanchismo intenta escabullirse de la montaña de estiércol que le cae encima cada día con un requiebro que no se cree nadie. Feijóo recitó la semana pasada ... que el PIB no se come. Y tampoco hay quien se trague ya el discurso de la moto y el cohete. ¿Cómo va a ir bien una economía en la que los treintañeros con buenos trabajos no pueden pagarse un piso? Hace dos décadas, un albañil podía afrontar una hipoteca. Hoy hay muchos ingenieros que no pueden con un alquiler. Todo lo demás es cuento macro o macabro. La gente joven no puede emanciparse, necesita el techo de sus padres. Y un país cuyo futuro depende de los padres y de los abuelos, no de los hijos, es un fracaso. El peor desastre del sanchismo es que es un fiasco social basado en un colosal infundio político, el del progreso. España es actualmente un desengaño con el horizonte borrascoso, una mentira sostenida sobre la cuerda floja del miedo a la ultraderecha, un proyecto fallido en lo social, en lo moral, en lo institucional y en lo económico. Peor aún: el sanchismo es una peligrosa fábrica de reaccionarios. La pobreza estructural en la que se basa su proyecto, que consiste exclusivamente en la conservación del poder a toda costa, nos está guiñando el ojo con los apagones, los trenes parados, las carreteras abandonadas, las presas sin conducciones y los jóvenes sin vivienda. El referéndum sobre la opa del BBVA al Sabadell es el epítome del nepotismo populista y de que la gestión económica de un país en el que el presidente comunica los domingos por la tarde destituciones en las grandes empresas es bananera.
Con el 30 por ciento de IRPF que paga un español con sueldo bruto anual de 40.000 euros y el 47 por ciento de un 'ultrarrico' de 60.000 al año, este sistema le pone secretarias particulares a la mujer del presidente, contrata a su hermano sin ir a trabajar, enchufa a las concubinas del número dos del partido, coloca a la fontanera que debe perseguir a la Guardia Civil, llena la Moncloa de asesores y colma la televisión pública de propagandistas, pero no le llega para vertebrar el país con vías modernas, hacer desaladoras en las zonas castigadas por sequías recurrentes o construir viviendas a precios asequibles para que las siguientes generaciones puedan emprender su propio proyecto de vida. Y encima hay que aguantar que el número uno y su legión de voceros nos repitan que España va como un cohete. Se referirá al Challenger. Porque la realidad a pie de calle es que la inflación sigue creciendo en mitad de la escandalera de las corruptelas. Llenar hoy el carrito de la compra cuesta mucho más que hace cinco años. Según Fedea, la presión fiscal ha subido del 35,4 por ciento al 38,3 por ciento del PIB. España ocupa el puesto 17 en cuanto a nivel adquisitivo en Europa. Alrededor de 12,7 millones de personas en España, se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social. Y la edad media de emancipación es la más alta de los últimos veinte años.
El bulo de la economía sí que va como un cohete.
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