la dorada tribu
Sergio Ramos, mejicano de aquí
Ramos es un salvaje de buenas maneras, un cherokee con el alma de pichichi flamenco. Un atleta desabrigado de tatuaje, así en general
Penélope de Alcobendas
Mirones de Miró

Se despidió un día Sergio Ramos del Sevilla, y ahora se pone a jugar en el Monterrey mejicano, pero Ramos se viene despidiendo siempre del Bernabéu, de donde acaso no ha llegado nunca a irse. Yo arriesgaría que Ramos cerró su carrera ... cuando se fue del Real Madrid, porque luego no ha sido sino el que fue. Hoy es una noticia de lejos que nos pilla aquí cada mañana, al lado de la última foto de Mbappé. Hay una hemeroteca gloriosa de los goles de Ramos, que es un matarife de arriba, cuando juega abajo. Ramos es un salvaje de buenas maneras, un cherokee con el alma de pichichi flamenco. Un atleta desabrigado de tatuaje, así en general.
Jorge Valdano escribió que la condición última de Ramos no es ser capitán sino ser rey. Realeza es lo suyo, en efecto, majestad con peluquería apache. Se casó con Pilar Rubio, y acudieron a la celebración sus tres hijos, como a una final ganada de Champions que sólo juegan mamá y papá. La boda se celebró durante varios días de víspera, y hubo vísperas de después. Ramos es un tipo que vende, un titán del spot, un salvaje de buenas maneras, más allá de lo suyo, que es el fútbol de leyenda, y con cabezazo de campanazo.
Llegó al Madrid con melena del sur, y un día se pasó al pelo corto, y ahí se desmelenó la cotización de Ramos como modelo, justo cuando perdió la melena. Se habló en su momento de que pudiera cotizar su estampa más allá del millón de euros, para una campaña publicitaria. Eso se habló. De algún modo se proponía un precio de anuncio a la melena que se había quitado. Decimos estoy hoy, porque no estamos sólo ante un futbolista que se casó a bordo de mucho vídeo público sino ante un tipo que ha jugado como el que cambia de peinado para meter el gol con otro adorno.
Estamos ante un titular fijo en el museo de la emoción de Concha Espina. El fútbol es ya un pluriempleo paralelo de pasarela, y a Ramos y a algún otro los reciben en los sitios como si aterrizaran los Rollings, cuando eran los Rollings. Ha pasado ahora en Méjico. Todo este auge del futbolista de anuncio se aupó con David Beckham, que subió a la moda la palabra metrosexual, que aún no sabemos del todo lo que es, pero sí.
Ramos ha prorrogado, y prestigiado eso, con un armario loco de harapos de lujo, un planisferio de tatuajes, el peinado despeinado de cada trimestre y unas gafas de sol que son otro modo de ferrari. El futbolista, hoy, así en general, es un anuncio en sí mismo, y ya no digamos Ramos en particular, que es show puro. En Sergio se reúnen varios jugadores en uno. Su sitio de esplendor mayor ha sido el sitio de central, aunque algunos experimentos de fantasía lo recolocaron en la banda, por temporadas. Ramos ha despachado, a menudo, el partido con un cabezazo de poderío, y esto, en él, no es una sorpresa, sino más bien una costumbre.
En Sergio se reúnen varios jugadores en uno. Su sitio de esplendor mayor ha sido el de central
A los famosos la calle les suele decir eso de «no cambies nunca», pero ya vemos que lo que hay que hacer es cambiar mucho, o bastante, porque así la grada renueva los cromos de temporada y encima te cae un aguinaldo de oro de publicidad. Ramos va y viene mucho a la peluquería, pero, en rigor, tiene rebeldía de melena, que es una rebeldía de tradición, y una chulería muy madriles, aunque él sea andaluz, y bajo mucho orgullo. Quiero decir que se ve siempre que va sobrado de jerarquía, bajo el lema de la esperanza es la pelea. Hace mucho dribling de melena, pero la melena de buen salvaje la ha llevado siempre lleva por dentro. Se casó con una chica que es un esplendor de ojos marítimos.
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