Complemento circunstancial
Podredumbre cerebral
El scrolling es la versión contemporánea del Pan y circo o del opio del pueblo
Los españoles pasamos una media de cinco horas al día haciendo scrolling, o lo que es lo mismo, deslizando el dedo por la pantalla de móvil pasando de contenido a contenido, pero sin enterarnos ni centrarnos en nada concreto. Dicen, los que saben —o los ... que dicen que saben— que el scrolling produce una liberación de dopamina semejante a la que provoca el consumo de drogas estimulantes, o hiperestimulantes que nos libera del estrés y nos hace creer que formamos parte de un mundo ideal en el que la gente baila, da consejos para tener la casa limpia y ordenada, enseña sus compras —baratas—, muestra sus recetas de cocina —baratas—, canta y viaja de forma cómoda —y barata— por lugares a los que nunca iremos. El scrolling es la versión contemporánea del Panem et circenses o del opio del pueblo, que ya no es la religión que pensaba Marx, sino otro tipo de religión.
La semana pasada, el Papa Francisco, advertía de los riesgos que acarrea el 'Brain rot' —que, aunque usted no sepa lo que es, el diccionario Oxford la eligió como palabra del año— en nuestro estado mental, y que describe la sensación que queda después de pasar horas consumiendo contenido de manera aleatoria en redes sociales. 'Brain rot' significa podredumbre cerebral, o, mejor dicho, pobreza mental; un estado al que llegamos de manera inconsciente pero que nos hace vulnerables como sociedad. Si somos capaces de tragarnos lo que nos echen en la pantalla del móvil, seremos capaces de tragarnos cualquier cosa que nos echen en la vida real. A la política, a los políticos, les viene bien tenernos en ese estado. Sumisos, quietos, dopados y sin capacidad crítica alguna. Que lo mismo vemos a los monos tailandeses vestidos como para ir a misa que nos tragamos a Yolanda Díaz, diciendo que en España hay varios países, o al ministro de Cultura diciendo que la lectura como actividad de ocio está en continuo crecimiento en nuestro país y que si no leemos más es porque trabajamos mucho. Escuchamos, vemos, deslizamos el dedo, nos olvidamos y a otra cosa, Maricarmen. O eso es lo que creemos.
Aldous Huxley ya lo vaticinó en 1932 —lo mismo es que antes no leíamos tanto como ahora y por eso no nos habíamos dado cuenta— en su novela 'Un mundo feliz', en la que la sociedad vivía en una felicidad permanente gracias al soma, una droga que producía placer y bienestar pero que anulaba la voluntad y las ideas de una sociedad con los cerebros fritos. Eso es el 'Brain rot', el soma de nuestro tiempo. La dosis diaria de atontamiento que genera ansiedad y aislamiento, que nos pudre como individuos y como sociedad, que nos convierte lentamente en gente conformista, sin aspiraciones, sin criterio, sin ideas.
Cinco horas al día, no lo olvide. El mimo tiempo que pasó Carmen con Mario, haciendo un retrato de la España de los años sesenta, en la novela de Miguel Delibes. Releerlo no estaría mal, así contentaríamos al ministro y luego podríamos contarlo en TikTok para que alguien nos hiciera scrolling y aumentara su podredumbre mental.
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