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CARTAS AL DIRECTOR DE ABC DE SEVILLA PARA EL 10 DE ABRIL

Trump, aranceles y poder digital: ¿una jugada oculta?

Los lectores de ABC escriben hoy sobre la llegada de Trump a la presidencia de EE.UU. y su política de aranceles

Cartas al director

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Desde su llegada a la Casa Blanca, Donald Trump ha hecho del proteccionismo una de sus banderas políticas más visibles, y sus recientes políticas arancelarias han sido ampliamente criticadas por economistas, medios y organismos internacionales. Se argumenta, con razón, que los aranceles encarecen productos, distorsionan el comercio global y perjudican tanto a los consumidores como a los exportadores. Sin embargo, puede que no estemos viendo la jugada completa.

Los aranceles de Trump afectan principalmente a bienes físicos como el acero, aluminio, automóviles, maquinaria, o productos agrícolas. Sin embargo, los servicios digitales (software, plataformas de streaming, servicios en la nube, inteligencia artificial, e incluso comercio electrónico) han quedado, en gran medida, fuera de este conflicto, y esto es importante. Las grandes empresas tecnológicas norteamericanas como Google, Amazon, Microsoft, Apple o Meta operan en mercados globales donde los aranceles tradicionales no se aplican, o ni siquiera existen mecanismos internacionales eficaces para regularlos.

Esta situación plantea una hipótesis estratégica: al encarecer el comercio de bienes físicos, se favorece indirectamente el crecimiento de los sectores digitales, donde Estados Unidos no solo es competitivo, sino hegemónico. Es decir, Trump podría estar desplazando el eje de la economía internacional desde los productos tangibles, donde potencias como China destacan, hacia los intangibles, que EE. UU. lidera.

Además, hay que considerar un segundo frente: el tecnológico y geopolítico. Durante su mandato, Trump impuso sanciones a empresas tecnológicas chinas como Huawei, prohibió la venta de componentes clave y promovió restricciones a la exportación de semiconductores avanzados, esenciales para el desarrollo de tecnologías como la inteligencia artificial, el 5G y la computación cuántica. Este movimiento, lejos de ser anecdótico, supuso un punto de inflexión en la relación entre ambos países y dio inicio al llamado «desacoplamiento tecnológico».

Como respuesta, China ha intensificado su inversión en autosuficiencia tecnológica, mientras que EE. UU. ha aprobado leyes como el CHIPS Act, destinando más de 50.000 millones de dólares a reindustrializar la producción de semiconductores dentro del país o en territorios aliados. El resultado es un nuevo mapa económico, cada vez más dividido en dos bloques: uno liderado por EE. UU. y sus socios, y otro por China.

Criticamos los aranceles con razón, y no siempre compartimos las formas del Presidente, pero conviene no subestimar a Trump. Puede que, detrás de sus gestos provocadores y de su lenguaje poco ortodoxo, haya una jugada más inteligente y estratégica de lo que muchos están dispuestos a admitir. Puede que los aranceles, lejos de ser una simple arma de presión mercantilista, sean una pieza clave en un plan de transformación del orden económico internacional.

Enrique Moreno de la Cova. SEVILLA

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