El tren de la Bruja
Voto a bríos
El modelo del referéndum cantonal helvético no extrapolable al sur de España por falta de población suiza
Guía de la Feria de Sevilla 2025: fechas, casetas, plano, toros y todo lo que tienes que saber
Puede contar el alcalde, sea cual sea su adscripción e identidad, con mi voto en un referéndum en el que proponga reducir al IBI a la mitad o ajustar el cobro por la recogida de residuos al servicio que se ofrece, basuriento tercermundismo, en muchas ... zonas de la ciudad. A favor estaría también si se me consultase sobre la privatización de Tussam, Lipasam, Emasesa o Fibes, entre otros chiringuitos paquidérmicos que lastran el presupuesto municipal. En los dos primeros casos, al menos, se podría externalizar la gestión a empresas con experiencia en el sector como, respectivamente, El Torero o la Camorra napolitana: lidiarían mejor con el permanente chantaje de los empleados, siempre dispuestos a hacer daño en fechas sensibles. Y ya puestos, fijo que Prosegur no se arruina pagando horas extras como le ocurre al contribuyente con los pluses de los policías municipales; voto también por esa sustitución.
No se ha llamado al sufragio ciudadano para limitar el número de asesores de los políticos del Ayuntamiento, que no estaría mal, ni se ha propiciado una consulta popular para sustituir el pleno por un sistema de votación proporcional según el resultado de las elecciones; eso evitaría el transfuguismo… además de ahorrar treinta y tantos salarios para culiparlantes. Habría abrumadora mayoría a favor, sin duda, de una ordenanza para limitar por ley los pasacalles –incluidas cruces de mayo, orgullos desorejados, cofradías piratas, revoluciones de polichinela, glorias que no da gloria verlas, efemérides traídas por los pelos y recidivas de la cabalgata de Reyes en cada manzana–. El pueblo querría pronunciarse acerca de la draconiana vigilancia que sufren ciertos bares, obligados a levantar terrazas a horas germánicas, y el ciudadano consciente pide pronunciarse sobre la implantación de la tasa turística, perennemente paralizada por la negativa del poderoso lobby hotelero a recaudarla.
Hay multitud de detalles, grandes o chicos, en los que sería interesante recabar la opinión vecinal. Por ejemplo, ¿existe manera humana de terminar con la pestilencia de las calles del centro por las que circulan los coches de caballos? No se convoca ningún referéndum para abordar estos asuntos porque corresponden al ámbito de responsabilidad del gobierno municipal y, cuando acabe la legislatura, el votante decidirá si continúan los mismos que en este cuatrienio o los releva por otros. Eso se llama democracia, queridos niños, un sistema de gobierno –el mejor si excluimos a todos los demás, según célebre adagio de Churchill– que bajo ningún concepto puede desvirtuarse con apellidos: ni «popular» ni «orgánica» (¿les suena?) ni «real» ni «directa». ¿Cuánto debe durar la Feria? Lo que diga la autoridad, que para eso cobra. Ya haremos cuentas en mayo de 2027.
La democracia es sin aditivos o no es, y no queda bonito que gente tan razonable como José Luis Sanz y su antecesor Juan Espadas se haya deslizado por el mismo tobogán demagógico que tanto divierte a los autócratas. «Que vote el personal para decidir chuminadas mientras yo hago lo que me da la gana». El referéndum es propio de regímenes bananeros o de naciones con una especialísima arquitectura legal, como es la Confederación Helvética. Un modelo que no es trasplantable a nuestro profundo sur por… falta de población suiza.
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