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Los otros huérfanos de Francisco: la lucha silenciosa de los sintecho a las puertas del Vaticano

«Antes dormíamos bajo la columnata de la plaza de San Pedro, pero con la muerte del Papa nos han echado, no nos dejaron entrar. Allí pasábamos la noche una treintena de personas»

Los cardenales empiezan a perfilar al nuevo Papa: «Espero un cónclave largo»

Luigia vive desde hace tres años en la calle junto a su marido PABLO ORTEGA
Ángel Gómez Fuentes

Ángel Gómez Fuentes

Corresponsal en Roma

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«Me alegré de la muerte del Papa, porque ha sufrido mucho. Así ha dejado de sufrir«. Las palabras de Luigia, 69 años, resuenan con una crudeza que te golpea, pero también con una extraña ternura. A seis metros de la puerta Casa Dono ... di Maria, donde el Papa Francisco, el «Papa de los pobres», quiso que se alimentara a los hambrientos, Luigia y su compañero Salvatore, de 73, duermen sobre cartones, ajenos al bullicio de los peregrinos que, a doscientos metros, hacen cola para dar el último saludo a Francisco. La historia de Luigia y Salvatore, como la de tantos otros invisibles de Roma, es un grito silencioso que te hace cuestionar la caridad y la compasión en el corazón mismo del Vaticano.

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