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Los jesuitas dejan Mallorca después de cuatro siglos: «No hay pelotazo urbanístico pero necesitamos generar ingresos»

Abel Toraño, delegado de la Compañía de Jesús explica a ABC la polémica cesión del histórico edificio a un empresario

«A final de verano los diez jesuitas de Mallorca empezarán en sus nuevos destinos»

La Pastoral Juvenil abandona la iglesia de los jesuitas y deja en el aire el futuro del templo

Edificio histórico del colegio Montesión en Palma de Mallorca jORDI AVELLÁ
Mayte Amorós

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La cesión del histórico colegio Montesión en Palma y el exilio forzoso de los últimos diez jesuitas de Mallorca a la península han desencadenado una intensa polémica en la Isla. Los antiguos alumnos de Montesión denuncian una especulación urbanística, y centenares de ellos se han manifestado exigiendo transparencia a la Compañía de Jesús, propietaria de este edificio de gran valor que comprende una iglesia, un convento y un colegio en pleno casco histórico de la capital balear. Abel Toraño, delegado del provincial de España de los jesuitas para la llamada Plataforma Mediterránea -que incluye la misión de la Compañía de Jesús en Baleares, Valencia y Murcia- responde en ABC a las críticas y niega que haya un pelotazo urbanístico detrás de esta decisión. Avanza que los jesuitas pagarán la restauración de la Iglesia y construirán un nuevo edificio en el actual colegio ubicado a las afuera de la ciudad, pero para ello necesitan los ingresos que prevén conseguir a través de la cesión durante 70 años al empresario Víctor Madera, presidente de Quirónsalud y uno de los hombres más ricos de España. Sobre el traslado de los jesuitas que ahora viven en el convento asegura que no hay marcha atrás ni desarraigo: «Nuestra casa es el mundo».

 

—¿Qué está pasando en el Colegio Montesión del centro de Palma?

—Las decisiones que ha tomado el gobierno del provincial de España han generado una polémica en la que se mezclan dos cuestiones muy distintas, que son el cierre de la comunidad, imprescindible en este momento, y por otra parte el traslado del bachillerato a la nueva sede del colegio y el cambio en el uso del edificio antiguo, también inevitable dadas las condiciones en que se encuentra.

—¿Entiende la polémica?

—Sé que, en la sociedad en la que estamos, hay el peligro de que cualquier conflicto -legítimo- se gestione desde el exceso. Con toda sinceridad, creo que la polémica se ha buscado intencionadamente. He leído algunas declaraciones que indican que el tono agresivo con el que se nos está atacando es intencionado. No lo comparto, y ciertamente no creo que sea el camino.

—Tras más de 400 años de presencia en Mallorca, los jesuitas de Montesión abandonan Mallorca. ¿Cuáles son los motivos?

—Hay que distinguir. La misión de la Compañía de Jesús en Mallorca continúa a través de la labor de jesuitas y laicos. Ya trabajamos en red desde hace mucho, y de hecho en el colegio ya hace tiempo que los jesuitas que más colaboran no son los que viven en la isla, ya jubilados hace muchos años. Esto continuará igual. Lo que cambia es el cierre de la comunidad. Y aquí el motivo ya lo hemos explicado. Estamos hablando del cuidado de jesuitas mayores en las enfermerías que tenemos habilitadas para ello.

—¿No hay otra opción para estos diez jesuitas? Ellos y sus familias ya han manifestado que no se quieren ir a la península, que quieren morir aquí. ¿No se espera normalmente a que queden seis jesuitas para cerrar?

—No. Ese dato no es real. Hay en el mundo comunidades de tres jesuitas, y las hay de veinte. La realidad concreta es que estamos hablando de compañeros ancianos que ya en el presente, y cada vez más en un futuro inmediato, van a necesitar unos cuidados y atención que aquí no podemos facilitar. Yo entiendo su tristeza, pero no es distinta a la de tantos otros compañeros que han tenido que dejar ciudades donde ya no seguimos. Fue precisamente el mallorquín Nadal quien dijo de los jesuitas que «nuestra casa es el mundo», y eso no siempre es fácil. Entiendo que la primera pertenencia de un jesuita es a la Compañía de Jesús y que uno vive en casas y comunidades de la Compañía, allá donde le destina el provincial.

—¿Quiénes conforman esta comunidad y qué edades tienen? ¿Cuál es la fecha en que tienen que abandonar Mallorca?

En la comunidad hay en la actualidad 10 jesuitas. La media de edad son 86 años. Se prevé que el traslado sea hacia el final del verano, para empezar el nuevo curso en sus nuevos destinos

—¿Qué pasará con los restos de san Alonso Rodríguez, que están dentro de este edificio?

Durante las obras los restos de san Alonso se trasladarán a la catedral. Nos parece que es un marco más que conveniente para que se conserven con respeto, culto y cuidado. Y cuando terminen las obras de rehabilitación, volverán a Montesión.

—Los antiguos alumnos dicen que todo es una descabellada idea y que hay intereses económicos ocultos.

—Primero, creo que no todos los antiguos alumnos piensan así. Me parece que lo que hay es la necesidad de afrontar un problema real, y es el estado en el que se encontraba el antiguo Montesión. No podemos dejarlo como está. La decisión que la Compañía de Jesús ha tomado implica invertir mucho dinero en el actual colegio para la creación de un nuevo edificio en la sede de Son Moix (por lo tanto, dinero que se queda en Mallorca y sirve a la misión de la Compañía de Jesús en Mallorca). También pagaremos los jesuitas los gastos de la restauración de la Iglesia. Y no será tan sólo un lavado de cara, sino un arreglo en profundidad que va a requerir cambios estructurales. Para ello necesitamos generar los ingresos correspondientes, que es lo que nos va a permitir la cesión durante estos años. En ningún caso es ni un pelotazo ni especulación. Es tratar de gestionar el patrimonio de una forma responsable y posible, algo que no solo es un derecho, sino un deber que tenemos.

Abel Toraño, delegado de los jesuitas J.c.tUERO-eL cOMERCIO

—El Papa propone que los conventos y monasterios vacíos sirvan para practicar la caridad y no para hacer negocio. ¿Se está haciendo lo contrario?

—No. El uso que se le va a dar, dentro de los usos posibles, es un uso que tiene que ver con la atención a las personas mayores. Como ya hemos dicho, no podemos dejar el edificio como está, para ningún uso, porque cualquier día podría estar impracticable.

—Los antiguos alumnos les acusan de hacer caja alquilando las instalaciones a una empresa por 70 años.

—Como ya he dicho, los ingresos que esta operación genera van destinados a sufragar las inversiones que la Compañía va a hacer, en el propio Montesión y en la sede de Son Moix. De hecho, las inversiones de la Compañía en Son Moix van a ser bastante mayores de lo que va a obtener por la cesión de Montesión.

—El compromiso del P. Provincial Antonio España con los antiguos alumnos fue que se trataría de una residencia para la 3ª edad muy especial y única, que contendría una zona histórico-museística que se podría visitar y utilizar. ¿Sigue este compromiso en pie?

—He leído publicado que no va a haber museo, que se pierde el claustro... No sé de dónde sale esa información. En el acuerdo que tenemos se crea esa zona museística y se restaura el claustro clásico. Ese compromiso no ha variado en absoluto.

—De existir, ¿Qué contenido va a tener?

—No hay ninguna duda de que va a existir, como está reflejado literalmente en el contrato. Lógicamente no está concretado el contenido del museo pues queda mucho tiempo para que esté operativo, pensemos que la manzana se entrega en septiembre de 2025 y hay que hacer toda la obra, luego lo razonable es pensar que se pueda abrir en 2027. Sin embargo, las conversaciones que siempre ha habido con los compañeros jesuitas de Mallorca se centraban obviamente en la figura de San Alonso y en la propia historia del colegio, el centro educativo jesuita más antiguo del mundo que todavía conservaba su ubicación original

—¿Qué ocurrirá con todo el rico patrimonio artístico de Montesión, cuadros, esculturas, muebles antiguos…?

—La idea en todo momento ha sido que pueda quedarse ahí, especialmente concentrado en la zona más histórica de la manzana, formada por la Iglesia, el Museo y el claustro. La Compañía asumía que la restauración de esas zonas iría a su cargo y que ahí podría mantenerse ese patrimonio, ayudando así a preservar la tradición y solera histórica y cultural del edificio.

—¿Está todo este patrimonio inventariado y firmado como documento adjunto al contrato de alquiler por 70 años?

—No, pero por una pura imposibilidad material. Llevamos dos años trabajando en todas nuestras ubicaciones en España para tratar de actualizar nuestro inventario y digitalizarlo en una herramienta informática que nos permita gestionarlo. Desde septiembre de 2023 tenemos digitalizado un inventario del patrimonio artístico de Palma que se hizo hace más de 15 años, y ese mes lo mandamos al Superior de la comunidad para que lo actualizasen. Nos dijeron que ya tenían todo empaquetado para facilitar algunas intervenciones que ya se estaban haciendo y que esa actualización supondría un trabajo ingente de desempaquetar y volver a empaquetar. Decidimos esperar por varias razones: el inventario mencionado ofrecía una buena base de partida, el trabajo que suponía desempaquetar y empaquetar era excesivo para una comunidad con fuerzas muy menguadas, y existía y existe una relación de mucha confianza con quien ya públicamente ha aparecido como nuestra contraparte, Víctor Madera

—El administrador provincial, Jaime Badiola, presentó el proyecto de trasladar toda la docencia que quedaba en el colegio antiguo, al Colegio de Son Moix, construyendo allí un nuevo pabellón. Una vez vacío el colegio antiguo en octubre de 2025, la idea era alquilar todos los edificios de «Montesión viejo» para adaptarlos a una residencia de la 3ª edad. Manifestó que habría una licitación pública, para que todas las compañías dedicadas a este tipo de residencias (Mapfre, Caser, etc.) pudiesen presentar sus ofertas, y al final hubiera un adjudicatario. ¿Sigue en pie esta idea?

—Efectivamente, esa era la idea inicial de Jaime, y fue muy bien acogida por las pocas personas que tuvieron acceso a ella, entre ellas el Superior y destacados miembros de los antiguos alumnos. Al cabo de un tiempo, estas mismas personas mostraron Montesión a Víctor, antiguo alumno de nuestro colegio de Oviedo, quien quedó prendado por el legado histórico y cultural del lugar y manifestó su interés por el proyecto, no únicamente desde una dimensión económica, sino también humanística y social. Esa sintonía de Víctor y Jaime a la hora de imaginar un proyecto con sentido para su entorno facilitó las conversaciones que se fueron dando desde entonces.

—¿Volverá la iglesia a estar abierta al culto, aunque no sea de forma periódica?

—Esa es la idea, y el contrato habla expresamente de esa posibilidad de usar la zona histórica de Montesión para actividades propias del ministerio apostólico de la Compañía. Considerábamos y seguimos considerando que un acuerdo como éste es la mejor forma de conservar dignamente el espacio más allá de lo que las solas fuerzas de la Compañía de Jesús podrían hacerlo.

—¿Qué ocurrirá con todo el contenido actual del Museo de San Alonso? ¿Se lo van a llevar?

—En absoluto, nos parece increíble que ciertas cosas se digan de manera gratuita sin conocer el que es nuestro modo de proceder habitual. Jamás ha estado eso en la idea de nadie, sabemos que San Alonso es un patrimonio espiritual de la isla y de la ciudad, y eso queremos seguir respetándolo. El traslado de los restos se ha planteado temporalmente, mientras se hacen todas las obras

—¿Qué hay de verdad en que se ha ocultado y no hay transparencia?

—Lo que hay es un interés ajeno a nosotros en crear polémica. Toda operación como la que se está haciendo incluye cláusulas de confidencialidad, que son parte de todo proceso y buscan evitar precisamente interpretaciones sesgadas de cualquier comunicación. Por nuestra parte tenemos la conciencia tranquila. Estamos haciendo lo que debemos, con seriedad, rigor y mirando al futuro, para poder asegurar que la misión de la Compañía de Jesús en Palma continúa.

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