Victoria, antidiva

Era la antidiva: el reverso, por ejemplo, de María Callas, cuyo centenario se cumple un mes después. Triunfó en los escenarios de todo el mundo pero su biografía no fue feliz. Su voz no era potente, sino exquisita. Tenía el don de la naturalidad, la sencillez, la sensibilidad, la absoluta armonía entre la artista y la persona: «Creo que la riqueza humana es el manantial del que surge todo el resto. A lo largo de los años, he visto que lo más importante ha sido el afecto». Era inevitable jugar con su apellido: 'Cuando los ángeles cantan' (el libro de Octavio Aceves); 'Canta un ángel' (el programa de Albert Nieto).

Brilló en la ópera, la zarzuela, el lied y la canción popular. Mis preferencias: la Mimí de 'La Boheme', con la que se dio a conocer, en un programa de Radio Barcelona. La pequeña Butterfly, esa «mujercita, perfume de verbena», con la que debutó en el Colón. Dentro de la canción, las 'Canciones populares españolas' de Falla, acompañada por Alicia de Larrocha, su amiga. Las preciosas canciones tradicionales catalanas, como 'El rossynol'. La recuerdo en el Generalife, una noche, acompañándose a la guitarra al cantar 'Adiós, Granada'.

En su debut en el Palau de la Música, estrenó una canción de otro catalán y español universal, como ella, Federico Mompou, 'Damunt de tu', sobre un poema de José Janés: «Sólo las flores sobre ti. / Eran como una ofrenda blanca. / La luz que daban a tu cuerpo / no volvería ya a la rama». La ofrenda que merece la voz, siempre fresca y natural, de Victoria de los Ángeles.