A Bialystok, con el espíritu de Guimaraes
Jagiellonia y Betis se juegan el partido de sus vidas en Europa, con una marea rojigualda en las gradas
El Chorten Arena de Bialystok, Estadio Municipal antes de que el marketing se impusiera, tiene capacidad para poco más de 22.000 espectadores, casi un tercio del aforo del Benito Villamarín. Mañana sólo los contadores de asientos lo advertirán, porque en las gradas habrá ... una marea rojigualda como aquellas pagadas con bocatas que se vivían en la Plaza de Oriente de Madrid años ha, esta vez en apoyo no de un caudillo, sino del Jagiellonia, su equipo, que juega el partido de su vida. También lo es del Real Betis en Europa, con la ventaja que supone los dos goles de renta, exenta de aranceles, que lleva de la ida.
Si en la Liga y Copa ha habido en la historia verdiblanca muchos partidos trascendentes a los que referirse, en el continente todo lo tiene por escribir. Así que a la hora de buscar un referente con el que se debe afrontar el compromiso, habría que remontarse sólo unas semanas atrás para encontrar una palanca, la de Arquímedes, no las tramposas de Joan Laporta, con la que mover su mundo europeo. Valdría con el espíritu de Guimaraes, en la vuelta de los octavos de la Conference, para plantarse en semifinales y hacer alquimia con los sueños para trocarlos en realidad.
Llegan al partido ambos tras un fin de semana muy distinto. El de los polacos, triunfador en casa de un rival directo, el Legia (vencedor, ¡ojo!, en su duelo con los béticos en la fase de grupos); el de los verdiblancos, derrotado en su feudo por otro contrario con sus mismas aspiraciones, el Villarreal. Lo pusieron todo los de Pellegrini, y el árbitro su buen puñado de arena, pero también hay que reconocer que durante una hora el submarino amarillo no necesitó de periscopio para atisbar la victoria con su mejor fútbol.
No sólo se fueron tres puntos, sino también un bastión en defensa, Diego Llorente, baja de larga duración. Y su ausencia se une a dos peligros potenciales, las tarjetas acumuladas por Natan, su sustituto natural, e Isco, que de ver otra no estarían en la ida frente a la Fiorentina, virtual clasificado para semifinales. Mucho que nadar aún sin poder guardar la ropa.
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