¡Déjale a él! Fórmulas para tener hijos resolutivos
Solucionar conflictos es algo a lo que, antes o después, deberán enfrentarse los niños, por ello es importante que los padres les orienten sobre la mejor manera de hacerlo y no opten por sobreprotegerles siempre

Desde bien pequeños, los niños deben enfrentarse a dificultades que, generalmente, resuelven los padres por un instinto de protección al que a veces es complicado no atender . Sin embargo, la mayoría de los progenitores son plenamente conscientes de que si solucionan todos los ... problemas de sus hijos, estarán fomentando que según vayan creciendo y los problemas se compliquen, no sabrán cómo darles una solución adecuada poque nunca se han planteado qué estrategias deben poner en marcha porque nadie se las ha enseñado.
Ana Roa , psicopedagoga y autora del libro “Escuela de Familias, autocuidado y gestión de energía cuando vivimos con niños” (Editorial Círculo Rojo) , explica a ABC que para muchos padres es más sencillo solucionar los problemas de sus hijos en vez de motivarles o enseñarles a que lo hagan ellos «porque vamos demasiado rápido. El estrés y las prisas no son buenas y vamos educando "sobre la marcha"... No tenemos tiempo para permitir que hagan las cosas por ellos mismos porque tardan más, lógicamente, o bien porque actuamos de manera excesivamente protectora».
Añade que no hay una edad determinada a la que debamos decir que nuestro hijo ya debe arreglárselas solo. «Nos fijaremos en su grado de maduración, en si le gusta explorar, experimentar, si imita conductas resolutivas, si verbaliza que quiere hacerlo solito o si se muestra partícipe y con ganas de colaborar con nosotros».
Como experta, señala que los padres suelen actuar de cuatro maneras cuando su hijo tiene un problema . «Por un lado, lo hay quienes deciden resolverlo directamente , pero —advierte— si actuamos así evitaremos que él mismo aprenda a enfrentarse a sus dificultades, será muy dependiente de sus padres y le costará adquirir un nivel de autonomía adecuado para reaccionar ante sus próximos conflictos cotidianos».
Otros padres solo consiguen angustiarse y preocuparse en exceso , «lo que puede provocar que el niño limite sus propias experiencias para no preocuparnos, o que nosotros lo sobreprotegeremos tanto que perderá momentos significativos en su evolución debido a temores infundados».
Para Ana Roa, hay padres que no pueden dejar de dudar si se implican o no en el problema de sus hijos. «Si actuan así, sin saber hasta dónde intervenir en los conflictos, el niño se contagiará de esta inseguridad. Por último, están los progenitores que deciden estar con él, pero otorgándole la autonomía adecuada. Si actuamos así, permitiendo que experimente y aprenda de sus errores pero previniendo con mesura ciertas actuaciones, el niño aprenderá y consolidará estrategias para la resolución de problemas en el día a día».
Para esta experta es muy importante que, desde pequeños, los niños sepan que los conflictos forman parte de nuestra vida cotidiana y hay que afrontarlos. Además, cuando se encuentran en esta situación experiementarán sensaciones físicas de malestar, nerviosismo, etc., que conviene que reconozcan para que que las identifiquen y sepan enfrentarse a ellas con herramientas adecuadas.
Técnicas de resolución de conflictos
Entre las técnicas de resolución, esta psicopedagoga, recomienda empezar por identificar el problema con las personas implicadas. Para hacerlo de forma más sencilla aconseja responder a cuestiones como: ¿cuál es el problema?, ¿qué hiciste o dijiste y por qué?, ¿qué hizo o dijo la otra persona y por qué?, ¿cómo crees que se siente la otra persona?, ¿qué quieres lograr tú?...
«Una vez que tenemos las respuestas, hay que buscar diversas alternativas para darle solución. Hay que enseñarles que no existe una forma única y perfecta de resolución de conflictos. Para orientarles, podemos plantearles las siguientes preguntas: ¿Cómo se puede resolver el problema?, ¿qué se puede hacer o decir para solucionarlo?, ¿qué otra cosa se podría hacer?, ¿qué otra forma habría de solucionar el problema si no puedes hacer lo anterior?...».
También conviene transmitir a los niños la importancia de anticipar las consecuencias de nuestros actos y de los actos de los demás teniéndolas en cuenta antes de actuar. «Para ello también hay una serie de preguntas que nos pueden ayudar: Si lo hago…, qué puede ocurrir después?, si la otra persona lo hace… ¿qué puede ocurrir?, ¿qué crees tú que puede suceder después?, ¿qué harás/dirás?, ¿qué harán/dirán las otras personas?. Del mimso modo, hay que elegir una solución después de evaluar cada alternativa prevista. para ayudarnos en esta tarea nos podemos preguntar: Esta solución, ¿es buena?, ¿por qué?, ¿es peligrosa?, ¿es justa?, ¿cómo afecta a la otra persona?, ¿cómo se va a sentir?, ¿se tienen en cuenta sus derechos?, ¿qué consecuencias tendrá para los implicados a corto y a largo plazo?, ¿es efectiva?, ¿te interesa?, ¿crees que dará buen resultado?».
Por último, Ana Roa recomienda a los padres que le inviten a su hijo a «probar la solución , planificar paso a paso cómo se va a ejecutar, qué medios se van a poner en juego, qué obstáculos interfieren en la consecución de la meta...» Explica que los niños son muy inteligentes... «Están deseando que les demos oportunidades para mostrarse útiles».
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