El túnel secreto que José Bonaparte construyó para huir de Madrid y lleva dos siglos oculto
Aunque Napoleón estaba seguro de que invadiría España con facilidad y sería suya para siempre, su hermano, el Rey invasor no debió estar tan seguro, pues mando realizar este pasadizo en los tramos finales de la Guerra de Independencia
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«Madrid, su palacio, su polvo, su claro cielo y su aire sutil no fueron ya para el hermano de Napoleón más que un recuerdo [...]. Los pocos franceses que quedaban en Madrid salieron mandados por el general Hugo», escribía Benito Pérez Galdós en 'El Equipaje del Rey José' (1875), uno de sus famosos 'Episodios Nacionales'. El célebre escritor canario describía lo acontecido en la capital medio siglo antes, concretamente, el día de marzo de 1813 en el que las últimos soldados galos huían de la ciudad a toda prisa, tras haber sido expulsados por los españoles en aquellos episodios finales de la Guerra de Independencia.
José I Bonaparte abandonaba Madrid por la Puerta de San Vicente, camino de El Pardo, para dirigirse a Valladolid y, después, a Francia. Contaba Galdós que iba cargado con todo lo que podía: «Llevaban consigo un convoy tan inmenso que, al verlo, podías creerte que en la capital no quedaba ni un alfiler de la monarquía. Desde muchos días antes habían sido embargados cuantos coches, carros y calesas rodaban por las calles de la villa, y casi toda la servidumbre se ocupaba del embalaje de las diversas riquezas que José y los suyos se habían apropiado».
En dicho convoy llevaba joyas, oro, tapices, objetos de valor y un total de 175 obras de arte, muchas de ellas pinturas de la colección real española, según catalogó William Seguier, conservador de la pinacoteca real y posteriormente de la National Gallery. Antes de cruzar la frontera tuvo que hacer frente a la persecución del ejército de Wellington y sufrió una derrota aplastante el 21 de junio de 1813 en Vitoria, pero logró escapar hacia Pamplona en el último momento, dejando atrás gran parte del tesoro.
De lo que Galdós no dijo una palabra, seguramente por desconocimiento, es del pasadizo secreto por el que el hermano de Napoleón se dio a la fuga sin que nadie le viera. Como una rata que busca una salida por las alcantarillas. Se fue de manera mucho más clandestina y humillante de la que cabría esperar, aunque no por ello inesperada para 'Su Majestad Intrusa' o el 'Rey Postizo', como denominaban los españoles al monarca invasor. O el 'Emperador de las Tinajas' o 'Pepe Botella', dada su afición a nuestro vino.
El error y la huida
José Bonaparte mandó construir este túnel que ha estado oculto durante dos siglos con la intención de unir el Palacio Real con la Casa de Campo. Una infraestructura por la que poder escapar cuando su vida corriera peligro. Este miedo hizo su aparición a medida que avanzaba la guerra, cuando se fue percatando de que la victoria no iba a ser tan fácil como el emperador había augurado antes de comenzar la invasión. «Será un juego de niños. Esa gente no sabe lo que es un ejército francés, créanme, será rápido», les prometió a sus generales en 1807.
Napoléon se consideraba dueño de Europa. En solo tres años se había designado Rey de Italia y colocado a su hermano Luis al frente del Reino de Holanda. También había conquistado el Reino de Nápoles y nombrado monarca de aquellas tierras a José. Había aniquilado a los Ejércitos de Prusia, Rusia y Austria; puesto bajo su protección la Confederación del Rin, y, por último, conquistado Portugal, el ducado de Varsovia y el Reino de Westfalia. A esas alturas no esperaba que España fuese su perdición, pero se equivocó.
Lo reconoció él mismo en su lecho de muerte en la isla de Santa Elena, según dejó escrito en sus memorias: «Todas las circunstancias de mis desastres vienen a vincularse con este nudo fatal. La guerra de España destruyó mi reputación en Europa, enmarañó mis dificultades y fue una escuela para los soldados ingleses». Sin embargo, fue su hermano José Bonaparte quien tuvo que dar la cara tras ser coronado Rey de los españoles el 6 de junio de 1808.
Construido en 1811
El pasadizo secreto por el que el hermano de Napoleón pensaba huir fue terminado en 1811 y abandonado. Se encuentra en una de las vistas más emblemáticas del Palacio Real, en el llamado Campo del Moro. Hasta hace no mucho, los turistas pasaban cerca de él sin percatarse ni darse cuenta de su valor histórico, cuando entraban en los jardines por el paseo de la Virgen del Puerto. A veces, incluso, se paraban en el lugar para tomar fotografías de la fachada oeste del edificio, sin darse cuenta de que, a sus espaldas, había una puerta blanca, acristalada y de escaso valor histórico que daba paso al desconocido Túnel de Bonaparte.
Patrimonio Nacional dio paso por fin a su rehabilitación a principios de 2017 con la intención de abrirlo al público. Las primeras conversaciones con el Ayuntamiento de Madrid se produjeron un año antes, en el marco de otros dos proyectos de mayor envergadura, como eran la apertura de un eje Casa de Campo-Plaza de España y las obras del Museo de Colecciones Reales. Más de dos siglos van a pasar para que las puertas de este pasadizo que une el Campo del Moro con la ribera del río Manzanares se convierta en un lugar visitable.
El Túnel de Bonaparte, como se conoce, sigue cerrado al público y la mayoría de los madrileños todavía hoy desconocen su existencia. Patrimonio Nacional trabaja desde el pasado mes de octubre en la rehabilitación de la parte del túnel que tutela, de una longitud de 44 metros. Está prevista la conclusión de las obras y la apertura para que pueda ser visitado para diciembre de 2025. Cuentan con un presupuesto de 415.000 euros, que provienen del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
El uso del pasadizo
Algunos investigadores aseguran que el hermano de Napoleón lo usó habitualmente como salida rápida a la Casa de Campo, con el simple objetivo de tomar el aire cuando la rutina del Palacio Real le agobiaba. Desde el Ayuntamiento de Madrid, sin embargo, aseguran que su construcción fue propuesta por Manuel Matheu, un hombre de negocios y consejero del Rey, quien sugirió a Bonaparte que su residencia debía tener una vía de escape secreta y desconocida a los ojos de su entorno, para usarla en el caso de que su régimen se tambaleara. Y le convenció, porque finalmente le encargó el proyecto a Juan de Villanueva, que terminó la obra poco antes de morir en agosto de 1811.
El túnel tiene una longitud total de 56 metros. Partía desde el centro de la fachada oeste del Palacio Real, alineado por una avenida arbolada ubicada en los jardines del Campo del Moro. Su salida estaba ubicada por debajo del camino de la Virgen del Puerto, que antaño se denominaba Camino Viejo de Castilla, para llevar al hermano de Napoleón hasta la Casa de Vargas, un palacete mucho más austero pero en el que se encontraba más cómodo. Cinco años después, cuando este ya había huido de España y Fernando VII había recuperado el trono, el monarca ordenó al alumno aventajado de Villanueva, Isidro González Velázquez, construir el Puente del Rey para que la Familia Real este pudiese pasar al otro lado del río Manzanares.
Durante el siglo XIX se modificó la decoración del túnel y se amplió, para convertirlo en una especie de gruta con decoración natural a la altura de su rango y por el que cupiera un coche de caballos, que actualmente está protegido pero no está considerado Bien de Interés Cultura (BIC). En 1891 fue reformado y se reabrió parcialmente durante la Segunda República, tras confiscar el Estado a la Casa Real sus propiedades de la Casa de Campo y la zona del palacio, convirtiéndose en dos parques de uso público.
Los relatos
Fue una segunda vida realmente efímera, pues tras los tres años de la Guerra Civil en los que fue empleado como fuerte y depósito de munición republicano, fue clausurado definitivamente. Tras dos siglos oculto, en 2017 se planificó su reapertura en la propuesta del Ayuntamiento y de Patrimonio Nacional como paso peatonal entre los Jardines del Campo del Moro y Madrid Río. En la misma rehabilitación, el consistorio anunció también que el pabellón que hay a la salida del túnel, se iba a convertir en un Centro de Interpretación histórico de la época de José I Bonaparte, pero todos los proyectos se han ido retrasando.
Tan solo nos queda la historia y las aventuras de aquella huida descritas también por un acompañante del ejército de Wellington. Su relato fue recogido por José Luis Comellas y Luis Suárez Fernández en su tomo 'Del antiguo al nuevo régimen: hasta la muerte de Fernando VII' (1981):
«El terreno que rodeaba la ciudad estaba lleno de carros rotos de todo tipo, cajas, maletas, baúles y equipaje, mientras que masas de papeles, mapas, libros de contabilidad y cartas yacían por doquier en cantidades que lo asemejaban a una nevada. En su codicia de pillaje los soldados no sólo habían arrancado los cojines y los asientos de los vehículos enemigos, arrojando su contenido al exterior, sino que habían saqueado todos los vagones y cajas pertenecientes a los departamentos de contabilidad civil y militar del ejército, diseminando las listas, cartas y documentos acumulados durante años. Vi enormes libros pertenecientes al Tesoro Real, maravillosos mapas y libros ricamente encuadernados de la Biblioteca Real de Campo, todos pisoteados y empapados por la lluvia que había caído durante la noche».
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