Comentarios reales
Todos los derbis, el derbi
Me he olvidado de los gritos bélicos de mis clásicos limeños, gracias a la guasa risueña de mis derbis sevillanos
Cuando el balón comience a rodar en el Benito Villamarín —mañana, 30 de abril a las 21 horas— no estaré ni en el estadio ni delante de una pantalla, sino en pleno vuelo de Iberia regresando desde Lima. No veré el derbi y no sabré ... quién ganó, hasta que aterrice en Barajas el lunes por la mañana. Entonces, cuando restaure la itinerancia de datos de mi móvil, entrarán como un cañón los mensajes, las celebraciones y los pitorreos típicos de los «lunes de guasa». Hasta ese instante, en el aire y sin huso horario concreto, viviré escindido entre el tiempo inaccesible del derbi y el tiempo inasible de mis derbis, como los personajes de 'Todos los fuegos, el fuego', aquel memorable relato de Cortázar.
Un poco de memoria: dos tramas flamígeras y diacrónicas se enhebran en 'Todos los fuegos, el fuego'. En una un procónsul romano obliga a su mujer a presenciar el combate a muerte de su amante, gladiador en el circo. Y en la otra, una mujer se suicida tras hablar con la esposa de su amante, quien a su vez muere junto a su marido por haber dejado mal apagados sus cigarrillos. Ambas historias terminan en mortales incendios y unidas —temporal y espacialmente— por el fuego. Así también, en el avión pensaré en el derbi que no veré mientras se juega y en todos los derbis que he visto y que han dejado de importarme.
Mi equipo de Lima es Universitario de Deportes —la 'U'— y su archirrival el Alianza Lima. Al otro lado del charco nunca decimos derbis sino clásicos, y así son clásicos Boca vs. River Plate, Flamengo vs.Fluminense, Peñarol vs. Nacional, Colo-Colo vs. Universidad de Chile, Millonarios vs. Deportivo Cali, LDU de Quito vs. Barcelona de Guayaquil o América vs. Chivas de Guadalajara. Cuando me hice de la 'U' heredé la pasión de mi viejo, los triunfos delirantes que atesoraba en su memoria y todas las cuentas pendientes que tenía con los aliancistas. Sin embargo, cuando me hice bético no heredé nada. Ni agravios ni orgullos. No mamé ninguna rivalidad. Elegí por simpatía y en ningún caso por antipatía, pues algunos de mis grandes amigos son sevillistas. Y es así como soy capaz de vivir todo lo bueno de los derbis sin que me perturbe lo más chungo de esos enfrentamientos tribales, porque los derbis y los clásicos son combates rituales donde todavía retumba el eco de los tambores guerreros de las viejas tribus.
Me he olvidado de los gritos bélicos de mis clásicos limeños, gracias a la guasa risueña de mis derbis sevillanos. Y no sólo he embadurnado de guasa a los antiguos enemigos aliancistas, sino que incluso he tomado conciencia de la naturaleza apolínea de la 'U', que se me antoja incompatible con la épica dionisíaca del Real Betis, pues Universitario siempre se consideró un trasunto del Real Madrid y por eso se le conoce como los «cremas» o los «merengues». El equivalente del Betis en el Perú no es la 'U', sino el Sport Boys del Callao.
A diferencia del cuento de Cortázar, los clásicos que perdí en el fuego han renacido de sus cenizas —cual Ave Bétix— gracias a los derbis.
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