Crítica de 'El mayordomo inglés' (**): Malkovich le sirve el té a Fanny Ardant
John Malkovich brilla como un inusual mayordomo en una encantadora comedia francesa
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El norteamericano John Malkovich ya se merecía un personaje protagonista, de maneras británicas, que hable en francés y sin la menor brizna de malicia. Él es Andrew Blake, un hombre harto de sus negocios que, por añoranza o melancolía, entra a trabajar de ... mayordomo en una gran casa solariega de la campiña francesa… Como siempre, a Malkovich le cuesta no ser Malkovich en la pantalla y le imprime a su personaje ese aire 'cool', esos andares pesarosos y esa mirada pilluela que derrama entre los personajes de la casa, sus compañeros de servicio, y a la dueña y señora, que interpreta Fanny Ardant también con mucha cara y traza de Fanny Ardant.
El director, el debutante Gilles Legardinier, edifica una historia simpática, impregnada de humanidad y con cierta tendencia a revestir de leve comedia los diversos dramas personales que aderezan el argumento. La mayor gracia es, desde luego, ver a Malkovich con esa especie de 'british airways' y oírle su francés metalizado, además de componer ese personaje entre filántropo y filósofo sin que pierdan sus ojillos la sagacidad y la picardía que tanta perversión han sabido trasladar a la pantalla.
No hay exceso de profundidad en los asuntos más allá de alguna reflexión volátil del falso mayordomo ahíto de mundo, lo que le proporciona a la película una ligereza y una falta de pretensiones que siempre son de agradecer; hay tres o cuatro personajes secundarios que le dan alegría a las tramas de interior y que le aportan colorido y extravagancia a un relato que rebosa sencillez, sensibilidad y compasiones. Y Malkovich y Ardant llenan con su personalidad y clase cualquier hueco.
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