Una española que vive en Suiza explica qué piensan de los españoles la gente de este país: «Creen que somos...»
Su sorpresa no viene tanto de que haya clichés, sino del tipo de ideas que algunos suizos tienen muy interiorizadas sobre quienes venimos del sur de Europa
Una uruguaya que vive en España, impactada por cómo nos saludamos en nuestro país: «Si te insulta y te pega...»

En todo el mundo existen ideas preconcebidas sobre las personas que vienen de fuera. En muchos casos, estas percepciones se alimentan de estereotipos culturales, experiencias personales o simples prejuicios. Y los españoles, conocidos por su carácter abierto, su forma de vivir la vida y su ritmo distinto al de otros países europeos, no escapan a este fenómeno. ¿Pero qué se piensa realmente de los españoles en países tan distintos como Suiza? Para dar respuesta a esta pregunta, una joven andaluza, conocida en las redes como 'anamarinaxbj', ha compartido a través de TikTok su experiencia sobre este tema tras mudarse a Suiza.
«Desde que estoy viviendo en Suiza y trabajando, relacionándome con gente suiza por supuesto, me he dado cuenta que hay cosas, suposiciones, que los suizos y las suizas hacen sobre los españoles y que me llaman muchísimo la atención porque es que son súper divertidas», comienza relatando la joven. Su sorpresa no viene tanto de que haya clichés, sino del tipo de ideas que algunos suizos tienen muy interiorizadas sobre quienes venimos del sur de Europa.
La primera, y quizá más extendida, tiene que ver con el volumen de voz y la energía al relacionarse. Según cuenta: «Lo primero que creen los suizos y que suponen es que somos personas ruidosas, me hace muchísima gracia porque he visto en primera persona suizos interactuar con personas de otros países y luego con españoles y es que suben el tono de voz. Su actitud y su energía cambian completamente».
@anamarinalasso Cómo se creen los SUIZOS que somos los ESPAÑOLES🇨🇭💃 #suiza #girls #zurich #manifestation ♬ C.B.Rhumba by Sage Guyton and Jeremy Wakefield - SpongeRadio
Otra creencia que se repite es la que vincula a los españoles con la falta de profesionalidad. «También creen que somos personas irresponsables: el tema del trabajo sobre todo. He tenido conversaciones con personas suizas que se piensan que tú no te tomas en serio tu trabajo o el trabajo que estás desempeñando, no tienen tan en cuenta si haces algo mal porque como que lo dan por hecho o no quieren delegar tanta responsabilidad en ti». Según relata, esta percepción puede traducirse en una menor confianza hacia los trabajadores españoles, lo que se convierte en una barrera real para el desarrollo profesional.
Idioma y horarios
Otro aspecto curioso que menciona tiene que ver con el idioma. Hablar español delante de suizos, especialmente si hay otros hispanohablantes presentes, no siempre sienta bien: «Les da coraje que si hay otra persona que habla español, tú hables español delante suya. Es como que les da coraje porque yo creo que tienen un poco de celillos, porque como nuestro idioma es tan maravilloso». Lo que para nosotros es natural, puede generar molestias en un contexto en el que se valora mucho la neutralidad y la comprensión colectiva en los entornos sociales y laborales.
Y, por supuesto, también hay malentendidos relacionados con los horarios de comida, tan distintos en ambos países. «Se creen que los españoles no comemos. Estaba en mi trabajo, llegué a las 12 de la mañana y eran como las ocho de la tarde y no había comido en todo el día. Llegué a la muchacha que era mi jefa y le dije: 'Oye, que yo tengo hambre'. Y me dice: 'Ah pero si son las ocho de la tarde, si es súper temprano para cenar'. Digo: 'Claro, es temprano si yo a las tres de la tarde me he comido un potaje, pero si no he comido absolutamente nada pues yo tengo hambre'. Como ellos comen, hacen el almuerzo, a las 11.30 de la mañana, ellos creían que yo había comido, pero yo no había comido absolutamente nada», confiesa la española.
Este tipo de malentendidos, explica, no son dramáticos, pero sí ilustran el choque cultural que vive a diario. Para ella, compartir estas anécdotas es una forma de normalizar las diferencias y fomentar la comprensión mutua. Lo hace desde el respeto y el humor, sin perder de vista que, más allá de los estereotipos, cada persona es un mundo.
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