educación
Miguel Ángel Tirado: «Casi la mitad de los alumnos españoles de 11 años no entiende lo que lee y carece de comprensión matemática»
Este inspector educativo, autor del libro «Las escuelas que enseñan. Los conocimientos sí importan» constata que «el retroceso de los resultados de la educación en España han averiado el ascensor social»
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Miguel Ángel Tirado Ramos es doctor en Ciencias de la Educación, docente e inspector de Educación. Este lunes impartió una conferencia en el campus sevillano de la Universidad Loyola bajo el título: «Lo que cuenta es aprender: superando el debate entre tradición e innovación». ... Tirado es autor del libro «Escuelas que enseñan. El conocimiento sí importa», donde expone su visión de la educación y del papel de la inspección en el actual laberinto educativo en el que numerosas voces denuncian la deriva de un sistema que cada vez enseña menos y en el que la preparación de los estudiantes es cada vez peor. Máster en Informática Educativa, este inspector ha sido profesor en ESO, Bachillerato, Formación Profesional, Enseñanzas de Régimen Especial y Universidad, tras ejercer siete años de jefe de estudios y cuatro de director. Fue galardonado en la tercera convocatoria de los Premios a Experiencias Educativas Innovadoras convocados por el Gobierno de las Islas Baleares en el año 2011.
-¿Qué le llevó a escribir este libro?
-Lo escribí porque necesitaba reaccionar ante lo que veía en las escuelas. Como inspector educativo, trabajo directamente con ellas. Al evaluar algunos centros, observé cómo muchos niños tenían dificultades para comprender lo que leían. Y también para escribir y expresarse de una forma clara y coherente. Escribir es organizar las ideas.
-¿Aprecia de un tiempo a esta parte una importante disminución del conocimiento que los niños adquieren en las escuelas?
-Sí, pero eso lo dicen también los informe PISA. Y esta degradación está afectando a los chavales de los entornos más desfavorecidos. Esa brecha es justamente lo que la escuela debería recortar. Y no está haciendo.
-¿El ascensor social se ha estropeado en España?
-Sin duda. Mi tesis en el libro es que estamos introduciendo innovación educativa que en realidad no es innovación, sino metodologías que ya tienen cien años y ahora ya hemos constatado las dificultades que genera esta supuesta innovación en los entornos más desfavorecidos. Esto se ve muy claro en los niños a los que sus padres les leen por las noches y a los que no. El hecho de que desde pequeños puedan acceder a libros ilustrados les expone a una gran cantidad de nuevas palabras de la que otros niños con padres menos formados no tienen. Hablamos de unas 78.000 palabras nuevas al año. Eso es lo que diferencia la comprensión lectora de un niño de un entorno y de otro. Yendo los dos a la misma velocidad, uno comprende lo que lee y otro no. Y si no comprende lo que lee, no es posible alcanzar ningún conocimiento. Se está perdiendo el norte en España del tema de los conocimientos poniendo mayor énfasis en la metodología que en el aprendizaje.
-¿Qué es lo que ha visto como inspector educativo que funciona realmente en los colegios para adquirir conocimientos? ¿Y qué ha visto que no funciona?
-Determinados planteamientos educativos muestran más una apariencia de aprendizaje que un verdadero aprendizaje. Grandes productos audiovisuales sugieren a priori que el alumno va a aprender mucho pero en la práctica vemos que eso no es así. Lo que funciona en realidad es pensar sobre lo que uno aprende. Y la evocación de lo que uno va aprendiendo expresado con las propias palabras del alumno. Por eso, la lectura y la escritura sobre lo que aprendemos es fundamental. Leer no es un fin en sí mismo sino un medio para adquirir conocimientos. De escribir se puede decir lo mismo.
-¿Y cuánto leen y cuánto escriben los alumnos en clase?
-Esa es la pregunta que debemos hacernos. Y la respuesta ahora mismo sería poco. Poco o nada. Tenemos cercenados los principales medios para adquirir cultura. Y comprendemos lo que leemos a partir de lo que sabemos, no a partir de concepciones etéreas. Cuando uno sabe mucho de botánica y lee un artículo de prensa sobre esa cuestión, podrá captar la idea principal, la secundaria yo hacer un análisis crítico de ese artículo. La crisis de lectura que tenemos es en realidad una crisis de cultura, de no saber.
-¿Un pueblo inculto, o que no sabe, es más fácil de manipular por sus gobernantes?
-Sí, sin duda. Cuanto menos sabe uno, menos capacidad tiene para identificar las mentiras, las falsedades y la información falsa quedando expuesto a la manipulación más efectiva. La cultura es un elemento central para poder pensar críticamente sobre lo que ocurre. La educación pública debe garantizar un nivel de cultura que permita a todos los alumnos pensar por ellos mismos.
-¿Y en qué porcentaje se está cumpliendo esto en España?
-Es que la actual ley de educación no va en esa dirección. Esta ley pudo hacerse de forma bienintencionado, aunque no lo sé a ciencia cierta, pero está claro que no está cumpliendo ese objetivo. Y los países en los que se inspiró ya han reculado ante la pérdida de comprensión lectora. Y el rendimiento académico depende de eso.
-¿Lo dice por Suecia?
-Y sobre todo por Escocia. Ahí nace el enfoque competencial y están haciendo una reflexión profunda que llevará a cambios ante la falta de resultados. Y nosotros estamos caminando hacia un horizonte incierto e inquietante del que depende la salud de nuestra democracia. Ahora lo vemos en los resultados de las pruebas internacionales. Y en el caso español, en los últimos diez años, se produce una disminución importante de comprensión lectora y de comprensión matemática. Y hablamos de una incompetencia matemática que alcanza al 50 por ciento de los alumnos y el 42 por ciento la lectora. La brecha es inmensa a los 11 años, según el informe PISA. Y se va agrandando y esto es un tema delicado para una democracia de calidad que garantice la disminución de las desigualdades
-Algunos pedagogos dicen que en Google está todo y que para qué estudiar eso.
-Es que no es lo mismo información que conocimiento. En google está toda la información, algo que nunca había pasado en la historia de la humanidad, pero el conocimiento es el procesamiento de esa información. Y para buscar en google hay que saber primero lo que hay que buscar y para eso faltan niveles de comprensión lectora que te permitan razonar y analizar lo que encuentras en google.
-Y la IA casi va a ahorrar el paso de google.
-Sí, la ejecuta directamente, de modo que estamos subcontratando el supuesto conocimiento. Pero una fuente externa no es conocimiento. Incluso si nos aparece el Egeo hay que saber que es un mar y muchos alumnos no lo saben. Pero esto puede pasar incluso con el mar Cantábrico. Sin esos conocimientos es imposible comprender lo que se lee.
-¿Y en los colegios no se está enseñando esos conocimientos?
-No en todos los centros. Hay muchos tipos de centros pero queda por decidir qué conocimientos son esenciales para que una democracia sea saludable.
-El filólogo y catedrático de la Universidad de Sevilla, Ramón Espejo, afirma en un libro reciente que «la inspección educativa ha evolucionado en las últimas décadas desde un cuerpo independiente que asesoraba y acompañaba a los docentes a una suerte de policía política que se asegura de que la agenda educativa de los poderes públicos se aplica en los centros de manera innegociable. Afirma Espejo que «la mayoría de los inspectores ejerce la presión más inclemente sobre docentes y directores, mediante el miedo y la amenaza. Su meta es que los alumnos no experimenten el más mínimo sufrimiento, aprueben y titulen, y que las familias no tengan que enfrentarse al fracaso de sus hijos, garantizando aprobados masivos y vacuos». Usted es inspector educativo. ¿Cuál es su opinión sobre lo que dice Espejo?
-Las funciones de la inspección educativa son muy claras: ayudar a los centros para que los alumnos aprendan. Y los inspectores, con ese objetivo, podemos favorecer evaluaciones para lograr un enfoque realmente constructivo del aprendizaje. En mi contexto de trabajo no se da ese tipo de inspectores de los que habla Ramón Espejo en su libro.
-¿La pedagogía «progresista» del entretenimiento, de aprender jugando, funciona realmente?
-El juego lo han utilizado siempre los buenos maestros cuando lo han creído oportuno, pero no es una herramienta esencial en el proceso educativo. Y sabemos perfectamente que el aprendizaje requiere un esfuerzo. Evocar lo que has aprendido ya requiere un esfuerzo, igual que escribir en una página en blanco. Se ha planteado en esta pedagogía partir de los intereses del alumno y en función de esos intereses ir construyendo el aprendizaje. Pero esto supone ya una primera discriminación porque los intereses de un niño en un contexto pobre culturalmente no son los mismos que los de un niño en otro contexto más ricos culturalmente. De hecho, la función de la escuela debe ser ampliar los intereses de esos niños de contextos desfavorecidos. Yo no me hubiera interesado nunca por la filosofía, de no ser por un excelente profesor de Filosofía que tuve en el instituto. Y mi hija se llama Sofía por esa razón.
-¿Está de acuerdo con esta nueva pedagogía que dice que el conocimiento no es tan importante como las competencias o ciertas habilidades? Años atrás se pusieron de moda los «aprobados de despacho» que hicieron que se graduaran en la ESO con exámenes en blanco...
-Esto de la titulación merece una reflexión. Porque ahora no sabemos lo que significa ser graduado de la ESO en España, qué conocimientos garantiza o qué base cultural. Le pongo un símil: en España hay mucha población con sobrepeso y se podría decidir hacer cosas para reducir ese sobrepeso. O bien, subir de forma arbitraria el índice de masa corporal para reducir el número de personas consideradas oficialmente con sobrepeso.
-En cuanto se baja el nivel educativo, aprueban casi todos los que estaban suspendidos con el nivel anterior...
-Exacto. Pero es que tampoco sabemos lo que significa el aprobado. No queda claro lo que significa aprobar en Geografía e Historia ni los conocimientos que el alumno debe demostrar para lograrlo.
-¿Cómo se refleja eso en la LOCE?
-Es que mirando la legislación actual no queda nada claro. Los profesores tienen dificultades para poder comprender los criterios en cada materia. Esto no ayuda a los docentes, que se encuentran, además, ante una carga burocrática excesiva, con una gran cantidad de protocolos a aplicar. Y no pueden centrarse en lo importante, que es la clase, que es donde se produce el verdadero derecho a la educación. Deberíamos facilitar el trabajo de los docentes en el aula para que los alumnos adquieran conocimientos y aprendan.
-¿Qué significa aprender en la LOCE?
-No queda claro. Para mí aprender significa ampliar cultura y adquirir hábitos de trabajo, además de conocimientos. Y para mí también significa interiorizar valores universales como el respeto, la tolerancia, la prudencia, etcétera. Esto, que parece tan básico, no está tan claro. Y nos hemos desviado con estas leyes educativas.
-¿Cuándo empezamos a desviarnos, en su opinión?
-Yo diría que hace casi veinte años. Esto no es algo nuevo. Además, como no tenemos un sistema educativo que evalúe las leyes que se plantean, no hay manera de tener referencias.
-¿Es necesario un pacto educativo, como ocurre en otros países europeos, entre los dos grandes partidos políticos para que las leyes duren mucho más que una legislatura?
-Sí, porque en España las leyes educativas se van cambiando en función de los gobernantes a la velocidad de la luz. Entra un nuevo Gobierno y cambia la ley sin valorar el impacto que ha tenido esa ley en el aprendizaje. Es muy dificil extrapolar estos cambios a otro ámbito, como la salud.
-¿La conclusión es que en vez de progresar hemos retrocedido?
-Los datos objetivos de los informes internacionales dicen que estamos retrocediendo de forma clara. Y datos propios no hay, a diferencia de Francia y otros países, que disponen de informes sobre comprensión lectora de sus alumnos desde hace décadas gracias a los cuales se puede advertir cuándo se produce un decaimiento de la comprensión lectora de los alumnos. En España no es así y esto no nos permite diagnosticar la situación y adoptar medidas para que los alumnos puedan aprender mejor y mejorar sus conocimientos.
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