lo moderno
El Papa que nunca existió
El valor de esta obra del barón Corvo radica en su ambigüedad. Es una rareza inclasificable

«Hijos míos, antes de ceñirme la tiara, viví —como pocos han vivido— la humillación de ser excluido, ignorado, malinterpretado por los doctos que presumen de sabiduría, pero carecen de discernimiento espiritual. Mas el Altísimo quiso que yo, sacerdote proscrito por la jerarquía anglicana y ... despreciado por la romana, fuese llevado hasta el mismísimo corazón del misterio: el cónclave. ¡Qué espectáculo, ese teatro sagrado donde las almas se venden con votos y las verdades se enmascaran con incienso! Los cardenales, hombres venerables en apariencia, no eran sino piezas de un ajedrez mundano, temerosos del cambio, aferrados a su cómoda mediocridad.
Y, sin embargo, en medio de sus intrigas y cálculos diplomáticos, la Providencia habló. No con estruendo, sino con silenciosa insistencia. Uno tras otro, los votos se volcaron hacia mí, este inglés improbable, este místico incómodo. Fue un milagro, sí, pero también una lección. Allí, en esa celda donde la política intentaba disfrazarse de oración, triunfó la Verdad. Y yo, Adriano VII, acepté la carga no por gloria, sino por deber. Desde ese momento, el mundo no volvió a ser el mismo, pues una nueva voz se alzó desde la cátedra petrina: Mis palabras, las del justo no escuchado, ahora resuenan con la fuerza de la infalibilidad».
Esa, más o menos, podría ser la voz de Adriano VII. La novela, escrita por el barón Corvo —seudónimo de Frederick Rolfe— en 1914, es profundamente excéntrica, provocadora y cargada de simbolismo, ofreciendo una aguda crítica tanto a la Iglesia católica como a la sociedad eduardiana.
Se relata la inesperada elección de un inglés, George Arthur Rose, al papado bajo el nombre de Adriano VII, en un gesto de pura autoficción
La obra relata la inesperada elección de un inglés, George Arthur Rose, al papado bajo el nombre de Adriano VII, en un gesto de pura autoficción donde el autor proyecta sus propias frustraciones, aspiraciones y rencores hacia el poder clerical. Esta portentosa historia fue vista por algunos críticos como una sátira brillante del clericalismo y por otros como una fantasía megalomaníaca disfrazada de novela.
Su valor radica precisamente en esa ambigüedad: no es un libro que busque ser querido, sino recordado; una rareza inclasificable dentro del canon inglés. Su lectura (si tienen la suerte de encontrar la novela por ahí, porque, por supuesto, hace años que no se reedita) es un acto desafiante, polémico y clarificador, pues entonces, como ahora, la historia de este Papa literario puede entenderse como fábula y quizá —si estamos atentos— también como advertencia.
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