Israel expulsa por la fuerza a miles de gazatíes para ocupar sus tierras
El Ejército ya ha establecido una importante zona tapón, ampliando un área que existía antes de la guerra y añadiendo una nuevo espacio en el llamado corredor de Netzarim. Ordena una evacuación a gran escala de la población
La ONU cierra sus panaderías en Gaza por la falta de harina o gas para cocinar tras el bloqueo de Israel
Israel expande sus operaciones en Gaza y «capturará un extenso territorio» que se añadirá a las llamadas zonas de amortiguamiento o de seguridad de la Franja. El ministro de Defensa, Israel Katz, anunció la puesta en marcha de esta estrategia que dio sus primeros ... pasos en Rafah, donde Israel planea contar con un segundo corredor como el de Filadelfia, que separa Gaza de Egipto, pero esta vez para cortar Rafah del resto de la Franja. El jefe del Estado Mayor, general Eyal Zamir, visitó a las tropas en el barrio de Tel Sultan, en Rafah, y dejó claro que «lo único que puede detener el avance militar es la liberación de nuestros rehenes».
Katz defendió esta nueva estrategia, que persigue «aumentar la presión sobre Hamás y sobre la población de Gaza», a la que pidió «que actúe ahora para expulsar a Hamás y devolver a todos los rehenes. Esta es la única manera de poner fin a la guerra». A finales de marzo, el ministro adelantó el plan de anexión de tierras y lo enmarcó dentro del proyecto de Donald Trump de levantar en Gaza la futura «Riviera» de Oriente Próximo. Ahora es una realidad.
Según el grupo israelí de derechos humanos Gisha, Israel ya ha tomado el control de unos 62 kilómetros cuadrados de la Franja, lo que equivale al 17 por ciento de la superficie total de Gaza, como parte de una «zona de amortiguación» a lo largo de la verja de separación. Esta superficie crecerá con la nueva estrategia y hará aún más invivible la situación para los gazatíes.
El ministerio de Defensa israelí volvió a hacer gala de los eufemismos habituales y a la ocupación de tierra la denominó «expansión de zona de seguridad» y a la expulsión de población, «evacuación a gran escala». Una de las zonas más afectadas es Rafah, al sur de Gaza, donde se ordenó vaciar la ciudad y dirigirse a la denominada «zona segura» de Mawasi, que ha sido también habitual centro de ataques. Más de 140.000 palestinos se han visto obligados a desplazarse por la fuerza desde que Benjamín Netanyahu rompiera el alto el fuego el 18 de marzo y esta cifra se disparará tras la decisión de ocupar amplias zonas de Gaza.
Críticas de las familias
Las voces más críticas en Israel llegaron desde el Foro de las Familias de los Rehenes, que emitió un comunicado para decir que están «en estado de shock» porque las autoridades parecen haber decidido sacrificar a los rehenes en aras de la ocupación de tierra. «En lugar de asegurar la liberación de los rehenes mediante un acuerdo y poner fin a la guerra, el Gobierno de Israel está enviando más soldados a Gaza para combatir en los mismos lugares una y otra vez», apuntaron en un comunicado unas familias que mantienen el pulso en las calles con protestas diarias. En el foro consideran que los rehenes son «algo secundario» para el Gobierno.
Desde que Netanyahu decidiera retomar la guerra, su ejército ha matado al menos a 1.000 palestinos y de momento no ha logrado liberar a ninguno de los cautivos. En Gaza quedan 59 rehenes en manos de los grupos palestinos, de ellos se calcula que 24 están vivos.
La anexión de tierras de Gaza se suma a los bombardeos y al bloqueo total de la Franja como medidas de presión contra Hamás. Como ha quedado demostrado desde el inicio de la venganza por el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, en esta operación no hay líneas rojas y el ejército volvió a atacar un centro médico, esta vez una clínica de UNRWA en el campo de refugiados de Yabalia. Al menos 19 personas murieron en un ataque que, según los militares, tuvo como objetivo «una base de Hamás», una explicación habitual cada vez que atacan objetivos de este tipo.
Gaza se enfrenta de nuevo a la hambruna. Todas las panaderías de la Franja, incluidas las 25 gestionadas por el Programa Mundial de Alimentos, han tenido que cerrar sus puertas por falta de suministro. Los israelíes vuelven a usar el hambre como arma de guerra para intentar doblegar a un enemigo exhausto. Naciones Unidas calificó de «ridícula» la afirmación de Israel de que hay suficientes alimentos «para un largo período de tiempo».
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