Una diva valiente, poderosa
Europa reaccionó como era de esperar. Los españoles también: doce puntos a Israel y distancia con su propio Gobierno
Un cogreso peligroso
Complejos de pobres
La canción era mala, la intérprete mediocre y el número vulgar, así que entraba dentro de lo esperable que España pasara sin pena ni gloria por Eurovisión. Y, aun así, no deja de ser sorprendente que 'Diva' quedara antepenúltima. Porque, definitivamente, el tema de Melody ... no era el tercero peor y el castigo fue excesivo. Objetivamente había peores opciones, por lo que solo queda inferir que a la merecida euroindiferencia le vino a perjudicar un factor exógeno que la hundió en el podio de la grisura. Ese factor no es otro que Sánchez, del que constatamos que destroza cuanto abraza. No hay una sola causa que salga fortalecida tras recibir su apoyo, da igual que sea Broncano –hundido en audiencias–, el Estudiantes –hundido en la Liga LEB– o el fiscal general –hundido en el repudio–. Los Goya, el CIS, el 8M, da igual: cuando el sanchismo entra por la puerta, el prestigio sale por la ventana. Si no quiere saber nada del nuevo Papa, la imagen de este se eleva; si antagoniza con Ferrovial, sus acciones se disparan. Podemos decir que Sánchez es un talismán inverso: su entorno, imputado; su partido, en su suelo histórico; su ideología, acabada. Que Sánchez abraza las renovables, nos viene un apagón; que quiere ser secretario de la OTAN, la alianza entra en crisis; que ataca a los toros, las plazas a reventar.
En este sentido, RTVE –que más que en Prado del Rey parece vivir instalada en el Pazo de Meirás– intentó hacer de Melody la Marujita Díaz del sanchismo, un Víctor Manuel cantando a los '25 años de paz', un ariete del campo semántico bajopedrista, ya saben, un poco de andalucismo para lanzar la campaña de Montero, una pizca de empoderamiento –«una diva es valiente, poderosa, su vida es un jardín lleno de espinas y rosas»– y unas gotas de progresismo nivel 'La familia de la tele' –«la madre que madruga, la artista sin cartel, con dinero o sin fortuna, ellas son divas también. No es la fama tu grandeza: la igualdad es mi bandera»–. Y para rematar un poco de antisemitismo en la introducción de la actuación: «Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y justicia para Palestina», que más allá de lo inoportuno del mensaje –si han sido capaces de politizar el trasero de Chanel, imagínense Oriente Medio–, debería acarrear la expulsión por lo insostenible de su redacción.
Europa reaccionó como era de esperar. Los españoles también: doce puntos a Israel y distancia con su propio Gobierno. Pero RTVE, siguiendo la línea conspiranoica del sanchismo, solicitará una auditoría del televoto buscando la huella del saboteador de los trenes y las renovables. La cantante de Israel estuvo presente en el festival de Reim en el que los terroristas de Hamás asesinaron a mil doscientas personas y secuestraron a otras doscientas cincuenta. Si salvó la vida fue solo porque se escondió bajo los cadáveres de sus amigos. No se espera auditoría sanchista en ese tema. Como mucho, que pida perdón, por genocida. No es ella una diva valiente, poderosa.
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