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Una monja de clausura explica cómo es su día a día dentro del convento: «Nos levantamos...»

La religiosa sor Marta es, además, creadora de contenido y en uno de sus vídeos cuenta cómo es su vida en el monasterio junto al resto de hermanas

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Inés Romero

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Ser monja de clausura es una elección. Las mujeres que escogen el camino de la religión tienen que estar dispuestas a aceptar una serie de 'reglas' en su vida. Por ejemplo, deben renunciar al amor en pareja o a la idea de formar una familia.

Este es el caso de sor Marta. Es conocida en redes sociales por compartir con sus seguidores su experiencia como monja de clausura. La joven ha contado en un vídeo en su canal de YouTube por qué ha tomado la decisión de dedicarse a esto. «Sé que la vocación a la que te llama Dios es donde vas a ser 100% feliz. Yo quería ser feliz. No hay más. Entonces fue por puro egoísmo», indica.

La hermana cuenta que otra de las normas que en algunas congregaciones hay que cumplir es la de vestirse de una manera concreta y adecuada para este oficio. Este ropaje recibe el nombre de hábito o túnica. Su color depende de la orden, aunque suele ser en tonos negros, grises, marrones y blancos. Además, es frecuente tapar la cabeza con el llamado velo.

Sor Marta indica que ponerse esta ropa, especialmente la toca, no solo supone un método de identificación, pues lo cierto es que tiene un significado mucho más profundo.

¿Por qué las monjas de clausura llevan velo?

Sor Marta ha revelado por qué las monjas llevan velo en el convento. Para ello, ha echado la vista atrás. «Existe desde el año 12 o 13 antes de Cristo, pero me limitaré a la época de los judios en tiempos de Jesús», ha dicho.

«Desde esa época, se consideraba el cabello de la mujer como su gloria. Las consagradas, que ya empezaba a haberlas, lo llevaban tapado porque era signo de modestia, de humildad», detalla la joven.

Sin embargo, este no era el único motivo por el que se utilizaba el velo. «Quien se consagraba a Dios se cortaba el pelo. Como era una vergüenza, por pudor venía bien taparlo», aclara.

Además, afirma que las mujeres «no podían rezar con la cabeza descubierta». «Tiene toda la lógica que lo usasen de continuo, como un rasgo de que es solo de Dios», sostiene.

Por último, sor Marta comenta que, con los años, las religiosas comenzaron a usar el velo todo el tiempo y «pasó a ser un signo de virginidad».

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