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Un estudio desvela que el secreto de la longevidad puede estar en nuestros abuelos: «Cambia nuestra forma de pensar sobre la salud...»

Una investigación reciente ha revelado una de las claves de la esperanza de vida

Un experto en longevidad señala el rasgo común de todas las personas que viven 100 años: «Al menos 30 minutos al día»

Un estudio desvela que el secreto de la longevidad puede estar en nuestros abuelos FREEPIK
Patricia Marcos

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La longevidad es una de las cuestiones más estudiadas a lo largo de la historia por historiadores, económicos e investigadores, con el objetivo de hallar los secretos para vivir más años. Los factores que influyen en la esperanza de vida son múltiples, pero un estudio revolucionario, publicado este mes, ha desvelado un importante secreto.

La innovadora investigación, bajo el título 'La economía, el fantasma en tu gen y la huida de la mortalidad prematura' y publicada por el Instituto alemán de Economía Laboral (IZA), ha revelado que el secreto de la longevidad podría no estar tanto en nuestro presente, sino en nuestro pasado.

En concreto, la clave de la longevidad está en la dieta y las condiciones de vida de nuestros abuelos paternos. Según esta investigación, la variabilidad en las cosechas y las crisis alimentarias que experimentaron los abuelos en su juventud influyen de manera significativa en la esperanza de vida de sus nietos.

La influencia de la estabilidad alimentaria de generaciones pasadas

El estudio, realizado por un grupo de investigadores liderados por Dora L. Costa y Lars Olov Bygren, entre otros, se basa en registros históricos de Suecia, donde se hallaron datos sobre las cosechas y la mortalidad a lo largo de varias generaciones.

En concreto, los registros datan de entre 1830 y 1909, una época en la que la productividad agrícola aumentó significativamente gracias a cambios como la eliminación de las barreras comerciales o las mejoras en el transporte.

Los investigadores descubrieron que los nietos de abuelos que se enfrentaron a cambios extremos en las cosechas en su niñez, en concreto, entre los 9 y 12 años, una etapa clave para su desarrollo, tuvieron una menor esperanza de vida.

Además, estos hallazgos presentaron diferencias entre géneros. Y es los nietos varones mostraron una relación clara entre las oscilaciones de cosechas de los abuelos paternos y la longevidad, pero en el caso de las mujeres, no se encontraron evidencias significativas.

«Encontramos que los nietos de abuelos que se enfrentaron a oscilaciones extremas en las cosechas vivieron vidas más cortas, especialmente si estos eventos ocurrieron en un contexto de baja productividad agrícola y mercados poco integrados», afirma la investigadora Dora L. Costa.

El estudio también subraya la importancia de la estabilidad alimentaria en nuestra esperanza de vida. Y es que, antes de que se introdujeran innovaciones en la producción agrícola, las cosechas eran muy variables, con períodos tanto de abundancia como de crisis.

Sin embargo, tras la modernización agrícola, esta variabilidad disminuyó. «La estabilidad alimentaria no solo aumentó la longevidad de las personas en ese momento, sino que también sentó las bases para generaciones más saludables», señala Costa en el estudio, que apunta a cómo el crecimiento económico puede influir de forma positiva en la salud de generaciones futuras.

La raíz, en la epigenética

El estudio atribuye los resultados de su investigación a los mecanismos epigenéticos, esto es, a cambios heredables en la expresión genética causados por factores ambientales. De esta forma, los abuelos que, durante los años de crecimiento agrícola, sufrieron escasez de alimentos habrían transmitido a sus descendientes «marcas» genéticas que influyen en su longevidad.

«Este hallazgo cambia nuestra forma de pensar sobre la salud y la longevidad, mostrando que las decisiones y los contextos de nuestros ancestros pueden tener efectos de largo alcance en nuestras vidas», explica Dora L. Costa.

Una mirada al futuro

Más allá de la importancia de este estudio en la comprensión de una de las claves detrás de la longevidad, es vital entender las implicaciones que puede tener en las políticas actuales sobre salud pública.

Y es que, además de ser conscientes de cómo influyen en la longevidad factores individuales como los hábitos alimenticios o el ejercicio, se deberán abordar problemas como la variabilidad alimentaria y las crisis ambientales derivadas del cambio climático, que podrían afectar la salud de futuras generaciones.

«Cuando hablamos de longevidad, no podemos limitarnos a mirar lo que hacemos hoy. También debemos considerar el legado de nuestros ancestros y cómo las decisiones que tomemos ahora pueden impactar a nuestros descendientes», concluyen los investigadores.

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