cultura
Un libro retrata en imágenes la aventura de una familia española en América durante tres siglos
Pedro Tabernero publica 'Crónica del muy famoso reino de la Cordadura', con pinturas de Michel Moro y texto de Antonio Sancho Villar
Una mirada poliédrica y gráfica sobre Sevilla a través de once artistas

En el año 2013, Pedro Tabernero publicó el libro 'De lo que vi en las Yndias', que reproducía numerosas imágenes de indígenas americanos, fauna y plantas del Nuevo Continente, de embarcaciones de la época, de la selva, escenas del encuentro de los ... españoles con los indios, vistas panorámicas de la Sevilla de hace quinientos años y hasta momentos históricos como la entrevista entre Hernán Cortés y Moctezuma. Como continuación de ese volumen, recientemente acaba de publicar 'Crónica del muy famoso y rico reino de la Cordadura' (Grupo Pandora). Editado dentro de la colección Qué dulce brutalidad, esta publicación está realizada a todo color con unas setenta y cinco pinturas de Michel Moro, especialista en este tipo de trabajo, con texto y prólogo de Antonio Sancho Villar e introducción del historiador Juan Gil.
La colección Qué dulce brutalidad comenzó con la edición 'Dibujos para Gabriel García Márquez' ilustrada por Alfredo González, seguida de 'Exvotos y narcocorridos por Rogelio Peña; 'Una cierta idea de Dios' por Jacobo Pérez-Enciso; 'Pareja de Reyes' por Rigoberto Ardid y 'Real Madrid. El álbum' por Shelley Himmelstein.
Presentado recientemente en el Archivo de Indias, en un breve resumen Juan Gil dice que «en poco más de treinta años la expansión portuguesa y la española, cada una de ellas por su lado, cambiaron la faz de la tierra. Los avances de ambos reinos tomaron tal impulso, que en 1494 Juan II e Isabel la Católica se repartieron con gran optimismo el dominio del globo terráqueo». El historiador prosigue diciendo que «los súbditos de los dos monarcas supieron también estar a la altura de aquella nunca vista división del mundo, hasta el punto de que los descubrimientos y conquistas de unos y de otros solo tuvieron fin cuando, en 1522, los portugueses y los españoles se toparon unos con otros en el lejano Maluco (las islas de la Especiería), tras haber recorrido medio hemisferio de la esfera terrestre por caminos diferentes. Un encuentro, por cierto, que no fue saludado con abrazos, sino con disparos: la rivalidad entre Portugal y España renació con más fuerza todavía, si cabe, allá en el antemeridiano de la raya acordada en Tordesillas».
Juan Gil destaca que hace unos años Tabernero «tuvo la buena idea de reflejar en forma de narración gráfica las peripecias de aquellos aventureros». «Así fue -prosigue- como apareció el primer volumen de la serie ('De lo que vi en las Yndias', colección Osimbo nº 4. 2013), que intentó reflejar el mundo turbulento y convulso de los primeros años de la conquista de América. Quise entonces que fuese su protagonista Juan Ponce, un hombre que se entendió tan bien con los indios que aprendió su lengua, si bien, cuando así lo quiso el destino, tampoco vaciló en empuñar las armas para combatirlos en el campo de batalla».
De la misma época y partiendo de los mismos presupuestos arranca la continuación de la serie. Asegura Juan Gil que «con gran habilidad, sutil ironía y esmerada prosa, su autor, Antonio Sancho Villar, nos cuenta la historia de una imaginaria familia española establecida en América. Su relato se extiende a lo largo de tres siglos, desde el fundador de la dinastía, el extremeño Diego Cordadura, hasta la última representante de la saga en el mundo actual, la californiana Heather Rope».
Por su parte, Antonio Sancho Villar, además de ser el autor de esta narración sobre la familia de los Cordadura, esclarece en el prólogo que «los Cordadura, como los Buddenbrook, los Von Trotta, los Buendía y otras familias literarias, son un intento de viaje en el tiempo, de representar el devenir histórico de un país, una ciudad, una región, a través de la literatura. Un individuo no puede vivir durante trescientos años y ser testigo de todas esas mutaciones sutiles y paulatinas que afectan a las sociedades; no lo creeríamos, para empezar, porque tendría que tratarse de un vampiro u otro triste inmortal de fantasía y, para seguir, un individuo así no podría comprender ni asimilar los tremendos cambios que sacuden a la humanidad en un siglo, en dos, en tres…».

Este autor prosigue diciendo que «una saga familiar, sin embargo, es perfecta para revestir a la Historia, así con mayúscula, con una historia de carne y hueso, debido a su sucesión de generaciones e individuos, cada uno nuevo y listo para empaparse de la época que le ha tocado vivir, pero al mismo tiempo firmemente concatenado a todos los que vivieron antes que él y le dieron origen. Todos somos, en cierto modo, parte de una extensa Crónica familiar que abarca a la humanidad entera y, por qué no, hasta a sus ancestros no humanos, a nuestros remotos tatarabuelos los cinodontes del Carbonífero. Todos somos hijos del pasado y padres del futuro».
Sancho Villar concluye diciendo que «los Cordadura y su crónica reviven para nosotros cierta parte de la historia de Latinoamérica y los Estados Unidos, que va desde los momentos inmediatamente posteriores a la conquista de México por Cortés hasta los años sesenta del siglo XX. Los Cordadura habitaron esa frontera norte de México que marcó el límite difuso de Nueva España, donde se encontraron y remezclaron, en una sopa no siempre pacífica, no siempre violenta, las sociedades amerindias, española y, más adelante, inglesa, francesa, estadounidense, mexicana…».
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