Shambhala
Barcelona, contra el ciclismo feminista
«El ciclismo femenino no interesa ni a las familias de las participantes»
La Vuelta femenina en Barcelona, un ensayo para el Tour de Francia

Nadie o casi nadie estuvo interesado en la exhibición de unas señoritas en bici que el domingo cortó las calles de Barcelona, muy especialmente la Diagonal. La inmensa mayoría de los que parecía que habíamos ido a mirar éramos ciudadanos retenidos contra nuestra voluntad que ... no podíamos cruzar para llegar a nuestras casas o a los restaurantes. Esta prueba ciclista que ni se sabe cuál es y que a nadie podía importarle menos causó un grado de inconveniencia que no guardaba proporción ninguna con su interés o reclamo. Las demostraciones callejeras son siempre lamentables y es totalitario pensar que puedes interrumpir la libre circulación de personas, la defensa de sus intereses o la tranquilidad de su ocio para hacer ostentación de lo que haces o eres. Si esta ostentación persigue además fines propagandísticos, el seguro resultado es que los perjudicados por los cortes desarrollarán una total y justificada aversión a la supuesta causa. El ciclismo femenino no interesa ni a las familias de las participantes, y su incidencia en las preferencias de los habitantes de una ciudad normal es, de tan mínimo, negativo, y es una agresión no sólo a la libertad sino a la democracia imponerlo de una manera tan grosera y violenta.
Los enfrentamientos de los damnificados con la Policía y la seguridad privada contratada para vigilar las vallas fueron constantes, tensos y en no pocas ocasiones, agresivos, con gritos y amenazas. Además, de poco servían estos agentes porque todo el mundo cruzaba por donde le parecía cuando no pasaban las señoritas ni los coches de sus equipos. Despropósito innecesario, grotesco, deficitario Alto el ridículo de la prensa local inútilmente esforzada en decir que Barcelona se había volcado con las ciclistas cuando era irrisorio el público concentrado, y que en su casi totalidad no estaba concentrado sino simplemente privado de continuar su camino.
Contra la propaganda feminista del supuesto logro social que significa que unas chicas corten la Diagonal para ver cuál pedalea más rápido, estuvo la realidad femenina, tan sensata y barcelonesa, de tantas señoras -las que más encendidamente, por cierto, se enfrentaron a los guardias- que se quejaban, y con razón, de no poder llegar a tiempo a sus hogares para preparar el almuerzo para sus familias. Algunas iban con pollos al ast, otras con pasteles, casi todas volvían de Misa. Ésta es la libertad y no cortar la de los demás. La libertad es acudir al templo y cuidar de tu familia, la libertad es no molestar, la libertad es una vida en que lo que tengas que demostrar no implique que los demás tengan que dejar de vivir en paz. Contra la ideología de género, una madre católica y sentimental que a la salida de la iglesia ha comprado dulces para sus hijos y sus nietos. Si por alguien tendríamos que cortar las calles sería ella. Si alguien merece nuestro respeto, nuestra admiración y que le cedamos el paso es ella que con su valentía, su libertad y su personalidad muy por encima del libelo hace del mundo un lugar mejor. Ella es y tendría que ser el modelo, la estrella que nos guíe.
Una ciudad que corta las calles por cualquier tontería no es una ciudad que respete a sus habitantes. Es una ciudad que les humilla, que les miente. Los barceloneses estamos muy contentos desde que Jaume Collboni es nuestro alcalde. No tanto por lo que hace como por lo que ya no puede hacernos Ada Colau. Agradecemos no ser insultados cada día por nuestro alcalde, agradecemos el fin de la ingeniería social y que Barcelona haya dejado de estar sucia como un cubo de basura y a merced de toda clase de delincuentes. Cada vez hay más Policía y cada vez la Policía tiene menos miedo de actuar para defendernos. Bien.
Pero siendo tan poco trabajador el señor Collboni y tan amante de acudir a 'vernissages' y saraos, tendría que procurar no molestarnos demasiado para evitar que nos preguntemos qué sentido tiene tener un alcalde exclusivamente preocupado por sus tardes de tonteo y frivolidad. Estamos dispuestos a tener un alcalde que no haga nada, que no tome ninguna iniciativa concreta: a tenerlo y a votarlo, por lo menos durante algunos años, mientras nos pasa el susto de lo anterior. Pero algo tiene que poner de su parte y ese algo consiste en no crearnos más problemas de los que tenemos. No hace falta que solucione nada: para eso ya tenemos al presidente Illa, que sin hacer ruido se va ocupando uno a uno de los asuntos y aunque no sean su culpa sabes seguro que van a ser su solución. Al alcalde Collboni no le pedimos tanto y estamos dispuestos a pagarle la fiesta y a tener con él palabras de gratitud si él cumple con el cometido, yo creo que modesto y asumible, de permitir que lleguemos a la hora a casa o al restaurante.
Lo del domingo con las ciclistas, tal como estaba planteado, no fue una prueba deportiva sino un artículo de opinión. Una manifestación como las del Orgullo o las de los sindicatos, o las de los payeses cuando se cabrean y su manera de desahogarse es bajar con sus tractores a la ciudad y dejarlo todo perdido de gasoil y excrementos. Barcelona tiene muchos espacios para que todo el mundo pueda expresarse sin perjudicar a los demás. Hay muchas zonas sin viviendas ni comercios para que los que tienen estas necesidades exhibicionistas puedan darles curso sin causar perjuicio a las personas y familias que tiene todo el derecho a no ver alteradas sus vidas por lo que otros piensen o digan. Barcelona ha de ser una ciudad abierta, pero abierta con todos y no sólo con los que por una cosa o por la otra quieren dar la nota con cargo a la paciencia colectiva. El alcalde Collboni haría bien en no olvidarlo, y para compensar su clamorosa falta de iniciativa política y de virtudes, tendría que por lo menos limitar el alcance de sus defectos y dejadez para no ponernos tan difícil que le apoyemos incluso a los que estamos dispuestos a hacerlo al más bajo precio y sin casi ninguna expectativa más allá de su educación y aseo.
El ciclismo femenino no existe en la realidad tal como el fútbol femenino es claramente deficitario. No creo que beneficie a nadie la creatividad contable con que, por ejemplo Xavi Puig, el directivo del Barça que se encarga de este tema, hace ver que gana algún dinero. Son enredos que, lejos de «normalizar», generan un rechazo visceral porque todos empezamos a estar hartos de que nos tomen por idiotas. Lo mismo que cada vez que por la radio o la tele se dice que «hoy juega el Barça», sin más, y se refieren al de las chicas: la gente cuando se da cuenta de la trampa, desprecia un poco más lo que sin estos jueguecitos sólo ignoraría.
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