Ser opositora en la República Islámica más agresiva contra las mujeres
Varias activistas relatan a ABC cómo se las ingenian para no ser espiadas por el régimen mientras protestan por la falta de libertades
Irán, antes y después del 79: la represión femenina por bandera

Dicen que Irán es una «democracia porque se pueden celebrar manifestaciones», que la mujer «es libre» y que la «oposición puede expresarse libremente». Esto lo dicen las fuentes oficiales del régimen de la República Islámica de Irán. Lo que no cuentan es que durante ... la guerra que ya se ha bautizado como 'de los Doce Días', el aparato represor iraní multiplicó su actividad, arrestando a cientos de personas. La acusación para detenerlas es colaborar con el «enemigo de Irán». Sin embargo, ya ha habido seis personas ejecutadas por el régimen sin un juicio, denuncian las organizaciones de derechos humanos iraníes como Iran Human Rights y Hengaw.
La persecución ha sido voraz, y después de varios años con cierto aperturismo, la maquinaria represiva está sacando todas sus armas. «Ser miembro de la oposición en Irán significa vivir bajo una amenaza constante. Si hablas, te arriesgas a que te detengan, te presionen o incluso algo peor. Aun así, muchos de nosotros nos negamos a callar porque el silencio significa aceptar la injusticia», dice Yalda, una mujer que vive a unos 30 kilómetros de Teherán. Yalda, junto a su grupo de amigas, lleva años luchando contra un régimen opresorcon las mujeres. En 2022 lideraron las manifestaciones que se cobraron la vida de miles de personas y donde más de 34.000 fueron encarcelados.No les importó entonces ni ahora. Saben que si no continúan su lucha, por pequeña que sea, el relato lo ganarán otros.
No es fácil vivir así, siempre están tomando medidas de seguridad. Usan seudónimos en las redes, cada poco tiempo cambian de teléfono para no ser rastreadas: «Nunca compartimos nada personal, porque el más mínimo detalle pude llevar a que nos identifiquen y utilizarlo para procesarnos», dice a través de mensaje por una aplicación. Yalda sabe que está vigilada. Comparte una captura de pantalla de un mensaje que ha recibido del Ministerio de Justicia. Reza: «Sabemos qué haces, dónde vives y podemos ir a por ti».
¿Tienes miedo?
No. No nos lo podemos permitir.
El mismo mensaje que recibió Banaf, otra activista iraní. «Yo sí tengo miedo», dice. Ha sido arrestada en otras ocasiones. Borra cada mensaje. Tampoco guarda las fotos. «En cualquier momento por la calle te paran y te obligan a que les enseñes el teléfono». Así que antes de salir a la calle, Banaf hace un barrido completo.
«No nos podemos permitir tener miedo»
Durante la 'guerra de los Doce Días' estas mujeres se dividían entre el miedo de que una bomba les pudiera caer encima y la felicidad de ver que le quedaba poco tiempo al régimen. Sin embargo, los ayatolás siguen en su sitio y quienes están paganado las consecuencias son los propios iraníes, sobre todo las mujeres.
Si el régimen había ablandado la política del pañuelo, ahora se ha vuelto más agresiva que nunca. Y no solo la misma Policía de la moral se encarga de vigilar que se cumpla. Muchos ciudadanos actúan de chivatos. «Yo he recibido mensajes a mi móvil de gente que no conozco pero que me han visto sin el hiyab. Ponen hora y lugar exacto. Eso da bastantes miedo, porque estamos rodeadas por todos lados», dice Yalda.
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