TIRO AL AIRE
Conversos de leyenda
¿Cómo puede alguien cambiar de un extremo a otro, de una religión a otra, de una idea a su contraria?
Resaca de apagón
El 'iberataque'
La coherencia ideológica está sobrevalorada, y si no que se lo pregunten a Beatriz Gutiérrez Müller, la mujer de López Obrador. Impulsora de la ruptura de relaciones México-España por su empecinamiento en que desde aquí había que pedirles perdón, nos enteramos ahora –por esta ... Casa– de que habría pedido la nacionalidad española.
Ver para creer, que dirían algunos y, sin embargo, no podemos sino alegrarnos de que lo consiga y defender su decisión. Desde todos los ámbitos. El primero y más importante, el de las actuales relaciones España-México. Pero también, en el histórico. De las religiones al comunismo y el liberalismo, de san Pablo a Bartolomé de las Casas, la historia está llena de grandes conversos. Son unos personajes fascinantes. Como mágicos. ¿Cómo puede alguien cambiar de un extremo a otro, de una religión a otra, de una idea a su contraria? Sólo arrasando con su yo anterior y todo lo que ello conlleva.
La explicación al fenómeno me la da una amiga psicóloga cada vez que comprueba que me cierro en banda con algo –nos sucede a todos–, me ciego y no quiero cambiar de opinión. «La cabeza es redonda para que el pensamiento pueda cambiar de dirección», insiste.
La frase que yo creía de un psicólogo o un filósofo es de un poeta y artista –Francis Picabia–, porque las ideologías también tienen su pata creativa. Y por eso también me interesa ahora el lado literario de la mujer del expresidente mexicano. Ella misma puede ahora convertirse en un personaje de Elvira Roca Barea. Es lo que tienen los conversos, que le aportan mucha fuerza al relato. Me da un poco de rabia, en cualquier caso, que esto suceda. Me pasa con los conversos de adultos al catolicismo, que no le veo el fuste a que terminen creyéndose más católicos que quienes recibieron el bautismo en pañales. Como si tuvieran más razones por venir de otro sitio.
Supongo que esto a Beatriz Gutiérrez tampoco le va a pasar. No se va a convertir por obra y gracia del pasaporte español en la nueva gran defensora de Hernán Cortés. Igual lo de la nacionalidad no es más que una herramienta para otra cosa y estoy yo aquí fabulando con ideas de conversión de la leyenda negra. Quizá la supuesta petición de nacionalidad española –aprovechando sus orígenes– solo persigue otro objetivo, como el de conseguir desde dentro eso que antes pedía. ¿Y si busca ser ella la española que pida perdón a México? O a lo mejor es sólo afán académico: ganas de venir a investigar en nuestras universidades y así tener abierta la puerta a Europa. El típico movimiento elitista que se pueden permitir los de arriba. Al converso pobre se le llama chaquetero. Al rico, intelectual. Pues eso, que la coherencia ideológica está sobrevalorada. Yo tengo dinero para pagármelo, ¿qué más da la ideología? El resto del pueblo, incluso el mío, que se coma mi polarización.
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