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Perdigones de plata

Trastos duros

Vencidos por la mansedumbre que se avecinaba, optamos por comprar y recomprar

El asombro

Encontrar empleo

Ramón Palomar

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Los trastos de antaño rezumaban músculo coriáceo y aguantaban los baches, las tormentas, las sequías y las trampas de la vida. Se fabricaban con orgullo y fundamento, quizá ahí residía la clave de su larga duración, de ese halo irrompible digno de un superhéroe pero ... sin lucir los calzoncillos por fuera. El viejo SEAT 600, conglomerado de ferralla enjuta, soportó la gota fría y el agua embarrada superó la altura de sus ruedas. Nadie creía en su resurrección. Nadie salvo su dueño. Lo extirparon del pantano en el que se había convertido el garaje. El propietario encajó la llave con mimo, giró su muñeca y el motor arrancó a la primera sin titubeos, sin una tos seca que despertase ciertas dudas. A la primera. Eso es poderío.

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