Los peajes pagados a los socios arrastran a los primeros fichajes de Pedro Sánchez
Marlaska y Robles, dos de los supervivientes de 2018, pagan las continuas exigencias de los socios
Sánchez desautoriza a Marlaska para salvar la crisis de Gobierno por las armas israelíes

Del primer Gobierno de Pedro Sánchez en 2018, un Ejecutivo monocolor del PSOE, solo sobreviven siete años después cuatro miembros. La vicepresidenta primera María Jesús Montero, el titular de Agricultura, Luis Planas, y los ministros de Defensa e Interior, Margarita Robles y Fernando GrandeMarlaska. Los ... dos primeros perfiles netamente políticos, vinculados desde siempre a las siglas socialistas. Los dos segundos, en cambio, rutilantes fichajes de Sánchez y ambos magistrados de prestigio con muchos años de trayectoria. Robles, una persona pionera en romper techos de cristal en el mundo de la judicatura, por ejemplo habiendo sido la primera mujer en presidir una Audiencia provincial, la de Barcelona; Marlaska, un juez vasco con la vitola de haber combatido a la banda terrorista ETA y a su entorno.
Siete años después, las circunstancias políticas y, sobre todo, los 'peajes' debidos a los socios para mantener a flote el barco de la legislatura, les han ido arrastrando políticamente a ambos, como ha quedado de manifiesto esta semana con el episodio del contrato de armamento con la empresa israelí IMI Systems, que el Gobierno ha decidido romper de manera unilateral tras ser firmado por el secretario de Estado de seguridad, Rafael Pérez, uno de los principales colaboradores del titular de Interior. La maniobra se ejecutó por orden expresa de Sánchez, tras la presión de Izquierda Unida (IU), que no tardó en poner el grito en el cielo por encima incluso de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, amagando incluso con retirar a su ministerio de cuota, el de Infancia que ocupa Sira Rego.
Un serio error
En Moncloa se asume como un error serio de Interior, pues contravenía el compromiso expreso del presidente de que, en respuesta a la ofensiva que desde hace dos años mantiene Israel sobre la Franja de Gaza y que ha provocado decenas de miles de muertos, no se le vendieran armas al país gobernado por Benjamín Netanyahu.
Pese a todo, la continuidad de Marlaska no está en cuestión, convertido ya en el titular de Interior más longevo de toda la historia de la democracia. El magistrado en excedencia es uno de los miembros del Consejo de Ministros que mayor conexión personal, amistad incluso, mantiene con Sánchez, y desde antes de que llegase al Gobierno. Aunque lo ocurrido esta semana ha supuesto un desencuentro importante y no sería descartable que, a un nivel inferior, pudieran depurarse responsabilidades más adelante.
Marlaska, desde luego, no es la primera vez que supera una crisis de envergadura, a pesar de tener el dudoso honor de ser un ministro reprobado por el Congreso de los Diputados incluso con el apoyo de los socios del PSOE, como ocurrió en 2023 a cuenta de la actuación de la Policía en la valla de Melilla en 2022, que provocó la muerte de 23 inmigrantes.
Como a Marlaska, para Robles la convivencia con los socios no le ha traído más que quebraderos de cabeza. Y por varios flancos. Desde luego con las formaciones a la izquierda del PSOE, dada la idiosincrasia de su cartera, que le llevó por ejemplo a chocar constantemente durante la pasada legislatura con el entonces socio de coalición, Unidas Podemos, primero con Pablo Iglesias y más tarde con Ione Belarra, el tiempo en que la líder de la formación morada ejerció como ministra de Derechos Sociales.
No es la primera vez que Marlaska supera una crisis de envergadura, a pesar de tener el dudoso honor de ser un ministro reprobado por el Congreso incluso con el apoyo de los socios del PSOE
Pero tampoco con los independentistas las relaciones de ambos han sido mejores. La citada reprobación de Marlaska salió adelante gracias a ERC y Bildu. Y sin duda los de Arnaldo Otegi acumulan agravios históricos con el hombre que como juez de la Audiencia Nacional procesó y encarceló al líder de su partido en la primera década del siglo, cuando Batasuna fue ilegalizada por su vínculo con ETA.
En cuanto a Robles, el episodio de Pegasus la pasada legislatura, cuando los independentistas denunciaron un espionaje masivo e indiscriminado a sus dirigentes, empezando por el entonces presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, aunque previamente a su llegada al cargo, le salpicó como pocos. Hasta el punto de que tuvo que acometer un relevo en la dirección del Centro Nacional de Inteligencia, el CNI, donde Esperanza Casteleiro sustituyó a Paz Esteban.
Ahora, con la cumbre de la OTAN de junio en La Haya en el horizonte, donde puede que los socios atlánticos pidan un esfuerzo mayor que el 2 por ciento del PIB en defensa que Sánchez promete alcanzar en 2025, Defensa e Interior y sus respectivos titulares seguirán otra vez en el disparadero.
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