Perdigones de plata
Bailar sobre la red
A veces lo preguntaba y sólo obtenía respuestas vagas que no entendía. «Oye, ¿qué es el TikTok ese?», y los amigos nunca contestaban con la precisión quirúrgica que uno, bicho analógico, necesitaba para destripar, incluso admirar, los misterios de la vida moderna. Por fin, ... ante el océano de nubes algodonosas de unas respuestas que iban desde el «ufff, cómo te lo explicaría yo, ufff…» hasta el «básicamente la gente que sale ahí baila y hace el gilipollas», llamé a Juanjo, que es ingeniero teleco y además experto en tecnologías variadas que se me antojan brujería de herejes cuernilargos.
Primero me narró el lado bondadoso de la martingala. Que si sirve para encontrar música, que si hay lecciones de esto y aquello para desasnar al prójimo, que si también hablan de política, que si existe una porción de babosa autoayuda… Pero le corté: «¿Y la mayoría para qué lo usa?». Abrazó la sinceridad y murmuró: «Para hacer el tonto». Vale. Acabáramos. Ahí quería uno llegar para confirmar las sospechas. Me apuntó también que era la red que mejor afinaba su algoritmo y que, en efecto, los chinos están detrás. En TikTok vomitan vídeos sin cesar, sólo vídeos, y eso, parece ser, emociona una barbaridad. O sea lo habitual; esto es, se prima el pensamiento perezoso que huye de la cavilación, el entretenimiento multicolor que atrapa por su campechanía. Ignoro si los chinos utilizan el invento para espiarnos, supongo que sí. Claro que, en ese caso, ante tanta danza de peonza descalabrada, su opinión sobre nosotros debe de ser la misma que la mía sobre una vaca lechera… Tampoco sé si conviene prohibir la red de moda. No me preocupan tanto las investigaciones del coloso asiático como la merma mental que sufren los adictos al tinglado, pues ahí observo el peligro que nos puede, todavía más, alelar. Pero a ver cómo desenganchamos a sus fieles enganchados… Quizá la Meloni, una líder fuerte, ha descubierto el remedio: en Italia regresa el latín a la educación desde los 12 años. Es otra manera de ver la vida y de combatir la memez.
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