el animal singular
Lo que sé sobre los apagones
España no es Venezuela. Venezuela no era Cuba. Esa incomprensión, o negación, está en el origen de mi primera novela, 'The Night'
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En diciembre de 2023 participé en una actividad en la Biblioteca de Fuengirola, en Málaga. Es una biblioteca con una magnífica programación cultural, donde cada mes se invita a un escritor distinto para reunirse con los lectores. Es costumbre que el escritor invitado grabe un ' ... reel' respondiendo un breve cuestionario tipo Marcel Proust.
Al final, también debe responder una pregunta que le ha dejado el escritor que lo precedió y a su vez dejar una pregunta para el que vendrá después. La pregunta que me esperaba era la siguiente: «Si sucediera un apagón en Fuengirola, que durara una semana, ¿qué pasaría? ¿Cómo sería?». Supongo que quien me dejó la pregunta habrá averiguado algo sobre mí. Incluso, quizás fue su manera de decirme que había leído sobre mi trabajo, pues los apagones son el telón de fondo de ‘The Night’, mi primera novela.
No obstante, algo en la pregunta me incomodó. Quizás, el que pensara que yo, por ser venezolano, pudiera ser un experto en el tema. Quizás fue cierto tono jocoso, como si fuera una absoluta locura imaginar que algo así pudiera suceder en Fuengirola o en cualquier lugar de España.
De ahí el que me haya hecho esa pregunta: su imposibilidad de imaginar por sí mismo ese escenario. Ya se sabe, aquello de que España no es Venezuela. Esto último no puede ser motivo de afrenta porque durante los primeros años del chavismo, la mayoría de los opositores al gobierno, desde los políticos hasta las personas comunes y corrientes, repetían, con sobrada seguridad, que Venezuela no era Cuba.
Algo en la pregunta me incomodó. Quizás, el que pensara que yo, por ser venezolano, pudiera ser un experto en el tema
Lo que en uno u otro caso quiere decir que «nosotros» no somos como «ellos». Esa incomprensión, o negación, está en el origen de mi novela. Voy a contar la anécdota pues creo que guarda relación con lo que está pasando ahora en España.
Puede que haya sucedido en 2002 o 2003. Avenida principal de Las Mercedes, en Caracas, en la madrugada. Yo me encontraba solo en una parada esperando que pasara algún taxi, cuando de pronto se detuvo a mi lado una moto. En esos años, eso significaba un robo a mano armada. Sin embargo, en la moto iba un hombre bastante extraño.
Era grande, fuerte tirando a gordo, muy blanco y con una auténtica barba roja muy tupida. Llevaba unos shorts que dejaban ver dos piernas blancas y robustas. Me tendió una tira de papel, me guiñó un ojo y arrancó. El papel decía, más o menos, lo siguiente: «Inseguridad. Desempleo. Hambre. Militarización. Cortes eléctricos. El castrocomunismo nos ha invadido. No te acostumbres a vivir en la oscuridad». Estaba firmado por un ingenioso seudónimo: el Quitasueños.
Por aquella época, yo andaba entusiasmado con los palíndromos y los juegos de palabras de Darío Lancini y me puse a tratar de descifrar algún mensaje secreto en medio de aquel disparate paranoide. Porque era obvio que esas eran las palabras de un loco. Sin embargo, pasaron los años y cada una de esas profecías delirantes se fueron cumpliendo al pie de la letra.
Por supuesto, no había ningún mensaje secreto. La verdad estaba allí, a la luz de las farolas que por entonces todavía alumbraban las calles y avenidas de Caracas, en mis narices. Y no pude, o no quise, verlo.
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