vivimos como suizos
Lo que ofende es la comisión
Comparto la estupefacción de Cristóbal Montoro por la reprimenda que recibió al llamar señora a una señora
Las Pencas de Sánchez
Frialdad antipática
En los 90 hubo en la BBC un programa de cocina titulado 'Two Fat Ladies'. Jennifer Paterson y Clarissa Dickson Wright eran las dos señoras gordas. Cuando hacían entrevistas decían que gordas sí eran, pero señoras o damas, no. Comparto con Cristóbal Montoro (y hasta ... ahí lo que comparto) su estupefacción del otro día en la comisión que en el Congreso de los Diputados pierde el tiempo sobre la llamada operación Cataluña (supuesta estrategia del Gobierno de Rajoy para parar el proceso soberanista catalán investigando a políticos sin autorización judicial). Una comisión inútil como todas y, además, una vergonzosa prebenda a socios catalanes para que se entretengan. Imaginen defender a Montoro. Aunque hace años hubo momentos en que Margallo hizo que Montoro cayera bien. Aquella vez que Montoro llamó congelado a Margallo igual que Mariló llamó oxidada a Igartiburu. Margallo cree que escribir libros, leerlos o viajar le hacen a uno mejor. Tan engolado que le faltaba aspirar rapé. Su «yo presido el mundo en este momento» era como Verónica Pérez siendo la máxima autoridad del PSOE. Y qué demonios, Montoro, con su parecido al conde Draco de 'Barrio Sésamo', era perfecto para sacarnos la sangre. Pero, vaya, también se empeñó en demostrar que en España no sólo hay separación de poderes sino boicoteo de poderes. Se puso enfrente de Llarena y de la Guardia Civil negando que con sus cuartos se hubiera pagado la fiesta separatista. Un amiguete para Junqueras, Rull y Turull.
«¿Cómo voy a participar en algo que no existe?», dijo el exministro de Hacienda en la comisión. Además de vanagloriarse de que los ocho meses en que su ministerio se encargó, por el 155, del presupuesto de la autonomía «esta funcionó con normalidad». Tenía contenta a Pilar Vallugera, de ERC. Tanto que cuando la llamó señora, se rebotó. «No me llame señora, por favor». «Oiga, yo soy señor Montoro. ¿Pero señora es ofensivo?». «Utilizado con su tono, sí». Que la llamara señoría o diputada. Porque me pagan por escribir y por hablar, que si no iba a comunicarme yo con alguien en este manicomio.
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