MAR DE FONDO
Las cuatro falacias del Gobierno
Siempre es lo mismo: si tienes una clientela dispuesta a creérselo, ¿por qué no ibas a hacerlo?
La milonga de Sánchez
Del apagón al caos ferroviario, nada nuevo. El Gobierno corre a ofrecer un relato victimista, sugiriendo una responsabilidad oscura de los operadores privados en el apagón o un sabotaje de las vías, de modo que ellos aparecen como los gestores de la solución y acusan ... a la oposición de oportunistas carroñeros. Moncloa, de hecho, en vísperas de la comparecencia de este miércoles para enredar energía y gasto militar, ha desplegado una estrategia comunicativa tramposa con la que defender su ideología energética y ocultar su mala gestión. El domingo colocaban a Sara Aagesen en la portada de 'El País': «Señalar a las renovables me parece irresponsable y simplista. España será verde o no será». Ese es un mensaje irresponsable y simplista sostenido en al menos cuatro falacias.
Falacia de falso dilema. Esa falacia que convierte la realidad en una disyuntiva entre dos opciones. Pero esto no va de elegir nuclear o renovables, que efectivamente es la energía más interesante, sino del mix eficiente que dé seguridad al sistema, impidiendo que se vaya a pique. El apagón ya no es, como decía Sánchez meses atrás, un bulo de la derecha. Por demás, España será renovable, pero si no lo fuese, también será España.
Falacia 'ad verecundiam'. La falacia de autoridad usa la credibilidad de una persona para dar credibilidad a una idea. El Gobierno saca del debate a sus quebrantahuesos ramplones y lanza a Sara Aagesen, persuadido de que esta ingeniera sin carnet y con apellido nórdico da imagen de rigor, neutralizando así la apariencia de oportunismo político. Pero su falso dilema es de un oportunismo político inequívoco.
Falacia 'ad consquentiam'. Falacia que sugiere la verdad de una tesis por lo positiva o negativa que resulte. Si el análisis de la política energética no beneficia a las renovables o no perjudica a las nucleares, tiene que ser falso. Pero los expertos sostienen que las renovables necesitan por ahora la estabilidad de hidráulicas, gas y nuclear. Y además el Gobierno estaba informado, pero prefirió el riesgo del apagón al riesgo ideológico.
Falacia del costo hundido. Sostener el valor de un planteamiento por haber invertido ya cantidades considerables de tiempo, esfuerzo o dinero. Pero no. El cierre urgente de la nuclear no tiene sentido hoy, y no por ello se cuestiona la apuesta de una 'España renovable', sino los tiempos y las inversiones para lograr el objetivo. Todo esto va de una mala gestión gubernamental anteponiendo la ideología.
El Gobierno ha desplegado un relato falso: estar o con las renovables o contra las renovables… con o contra la derecha en el lado correcto de la Historia. Y así falacia tras falacia. Es un argumentario no sólo absurdamente irreal, sino además ridículo, como la tesis del sabotaje sin una prueba. Pero siempre es lo mismo: si tienes una clientela dispuesta a creérselo, ¿por qué no ibas a hacerlo? El gabinete de Sánchez está diseñado exactamente para esto.
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