el contrapunto
La España de la selección
El último proyecto político que compartimos los españoles fue la Transición, que el Gobierno quiere dinamitar
Abascal se une a Frankenstein
El TC consagra el abuso de poder
No soy aficionada al fútbol, pese a lo cual he devorado los partidos de nuestra selección, no solo porque representaba a España, sino porque con su juego nos hacía sentir orgullosos de pertenecer a esta gran nación. En más de un sentido. Una vez celebrada ... la merecida victoria, me pregunto por qué nuestros futbolistas son capaces de brillar juntos, priorizando al equipo sobre las legítimas aspiraciones de cada uno de sus integrantes, mientras nuestros políticos hacen en su mayoría exactamente lo contrario. En virtud de qué extraño prodigio esos chicos tan jóvenes comprenden a la perfección la importancia del trabajo en común y lo practican de manera natural, mientras en la esfera de lo público el último de los mequetrefes prefiere ser cabeza de ratón antes que cola de león y actúa en consecuencia, con efectos devastadores sobre la cohesión indispensable para progresar. Cómo es posible que la certeza de que la unión nos hace fuertes mientras que la división nos debilita, máxima inapelable, demostrada una y otra vez a lo largo de los siglos, únicamente haya calado en el ámbito del deporte. ¿A qué cotas de prosperidad no llegaría este país nuestro si fuéramos capaces de trasladar los valores encarnados por esos chavales admirables y por el seleccionador, Luis De La Fuente, al terreno donde se ventilan los asuntos de Estado?
Como digo, no entiendo de fútbol, aunque ciertas cosas no precisan de muchas explicaciones. Por ejemplo, la capacidad de sobresalir o desaparecer en función de las circunstancias, pensando en el interés general. O el sacrificio de la propia visibilidad en beneficio de quien está mejor colocado, aun cuando lo que se dirime son carreras multimillonarias. Por no hablar de la humildad de un líder auténtico, la antítesis de su 'alter ego' gubernamental, que se hace respetar y querer por los suyos en igual medida, a base de ejemplo y coherencia. La selección española de fútbol nos ha dado una lección magistral, que debería enseñarse en las escuelas y va mucho más allá de los pases de Lamine Yamal, la milagrosa actuación de Dani Olmo sacando ese balón de la portería o los golazos de Williams y Oyarzábal. Una lección que habla de cohesión, de solidaridad, de integración, de esfuerzo colectivo, de éxito derivado precisamente de esa unidad.
El último proyecto común que compartimos los españoles unidos en torno a una misma causa fue la Transición, verdadero trasunto histórico-político de lo sucedido el domingo en Berlín. Ese anhelo de libertad y construcción democrática fue capaz de diluir siglas, personalismos, enfrenamientos y afanes revanchistas en pro de una España plural donde todos nos encontráramos en una Constitución consensuada. Hoy desde el Gobierno de España se apuesta por dinamitarla y los socios del presidente reniegan de su propia patria. Con esos mimbres la selección no habría llegado ni a clasificarse.
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