EL CONTRAPUNTO
«La culpa de esto es de Sánchez»
Que Beatriz Corredor no haya sido cesada demuestra hasta qué punto en el PSOE prevalece el partidismo
¿Y si Don Pelayo era mujer?
Sánchez se burla de nosotros
Estaba yo el lunes por la tarde en una calle madrileña, esperando en vano el autobús escolar de mi nieta, cuando el conductor del coche atascado a mi altura en la acera bajó la ventanilla y me dijo, iracundo: «La culpa de esto es de ... Sánchez». Llevábamos para entonces casi cinco horas sin luz y la tesis más extendida entre los viandantes, incluida servidora, era la del ataque o guerra híbrida, por lo que le contesté, conciliadora: «Hombre, de esto precisamente, no». Si por casualidad lee esta columna, caballero, le ruego que acepte mis disculpas, porque usted tenía razón y yo estaba equivocada. La semana transcurrida desde aquel lunes infausto, que algunos descerebrados se toman a broma ponderando las virtudes de regresar a la era de las velas y el transistor, va camino de demostrar que el culpable del desastre fue, tal como usted señalaba, Pedro Sánchez, por su integrismo energético, su sectarismo ideológico, su soberbia infinita, incompatible con la aceptación de cualquier recomendación proveniente de alguien más capacitado que él, esa ambición desorbitada que le hace anteponer siempre su conveniencia personal y política al interés general de los españoles y, por supuesto, su tendencia natural a mentir, incluso en una situación tan dramática como la vivida.
Tras el silencio atronador mantenido durante un tiempo que se hizo eterno dadas las circunstancias, salió el presidente a decir que no se sabía nada ni se descartaba ninguna hipótesis, salvo que la energía solar es intrínsecamente buena y las centrales nucleares, lo peor. Ese fue el sentido de ese primer mensaje, idéntico a los siguientes, que hoy contradice la mayoría de los expertos entendidos en la materia, sin que el Gobierno rectifique.
Según el consenso generalizado, España se quedó a oscuras por jugar con el mix eléctrico de manera irresponsable, introduciendo en la red una cantidad excesiva de renovables inestables en aras de demostrar que no necesitamos nucleares, ni térmicas, ni ninguna otra de las energías demonizadas por esa progresía izquierdista cuyos prejuicios son tan inmensos como escasos sus conocimientos técnicos. La primera, Beatriz Corredor, presidenta de Red Eléctrica, de formación abogada, enchufada en dicho cargazo por Sánchez con medio millón de euros de sueldo y la misión de controlar ese monopolio estatal. Que no haya sido cesada después de semejante desastre demuestra hasta qué punto en el PSOE prevalece el partidismo frente a la necesidad de resolver problemas de extrema gravedad.
Sánchez se aferra a la posibilidad de un sabotaje, descartada por todo el mundo, porque eso le allanaría el camino del costoso plan de rearme drástico exigido por la UE y la OTAN, que sus socios rechazan de plano y él rehúsa negociar con el PP. Lo primero es conservar la poltrona y lo segundo mantener intacto el muro. Todo lo demás le importa un rábano, incluidos los fallecidos a causa del apagón.
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