el contrapunto
¿Y si don Pelayo era mujer?
Tanto utilizarnos como moneda electoral y nos borran de un plumazo con esa «autodeterminación de género» que hoy debate el TC
Sánchez se burla de nosotros
Orgullo del legado español
Tenemos asumido que personajes como don Pelayo, Cervantes o el Cid eran hombres, pero el magisterio de la progresía ha desmentido esa presunción infundada al establecer como dogma de fe que no existen sexos predeterminados por la biología, sino decisiones soberanas de la voluntad ... cambiante. O sea, que el caudillo de Covadonga, el autor de 'El Quijote' o Rodrigo Díaz de Vivar acaso fuesen en realidad mujeres, mientras María Pita, la reina Urraca o Clara Campoamor tal vez escondieran varones camuflados de lo que no eran. Nunca lo sabremos, puesto que no tuvieron la oportunidad de 'autodeterminarse' acogiéndose al procedimiento que permite ahora ese engendro conocido como 'ley trans', aprobado en la anterior legislatura a instancias de Irene Montero y que el Constitucional somete a consideración a partir de hoy.
Mucho antes de que se creara un costoso Ministerio de la Mujer a la medida de la señora de Iglesias, ya se había abordado en España el grave problema de la disforia de género. Ya existía legislación al respecto y las personas incluidas en ese reducido colectivo disponían de recursos suficientes para dar respuesta legal y médica a su situación. La lideresa de Podemos no vino por tanto a resolver nada, sino a crear por puro interés político un conflicto monumental que ha dividido a la sociedad, al feminismo, al socialismo y al propio tribunal presidido por Conde Pumpido, quien afronta este debate a sabiendas de que al menos dos magistradas de las consideradas afines no comulgan con la rueda de molino que pretenden hacerles tragar y podrían decantarse en favor del recurso planteado en su día por el PP. Otro frente de batalla más para el encargado de proteger el flanco judicial de Sánchez.
Hasta la publicación del mencionado esperpento legal en el BOE, la definición de la mujer estaba clara: «persona de sexo femenino» o «hembra de la especie humana», en términos más zoológicos. Lo mismo valía para los hombres. Ahora esos vocablos han perdido su sentido porque hombres o mujeres son quienes en un momento dado así lo deciden, se presentan en el Registro Civil y se lo manifiestan al funcionario de turno. Sin más. Ni documentación, ni informe médico o psicológico, ni el menor indicio visible de encajar en la definición. Aunque conserven el mismo nombre y aspecto que tenían antes. Aunque utilicen la identidad femenina para aprobar oposiciones que incluyen pruebas físicas diferentes en función del sexo y a los pocos meses se desdigan. Aunque ello les permita participar en competiciones deportivas con evidente ventaja y utilizar los vestuarios de las chicas para regalarse la vista o hacer cosas peores. Tanto utilizar a la mujer como moneda electoral, tanto insultarnos convirtiéndonos a todas en víctimas y nos borran de un plumazo con esa 'autodeterminación' que resultaría grotesca si no tuviera consecuencias dramáticas para tanta gente joven engañada.
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