EL CONTRAPUNTO
Un infame llamado Zapatero
A medida que España se hunde más y más en el descrédito, su economía florece
Degenerar era esto
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La espiral autodestructiva en la que se halla inmersa España tiene nombre y fecha de nacimiento: José Luis Rodríguez Zapatero, 14 de marzo de 2004. Ese día se alzó inesperadamente con la victoria en las urnas el personaje más infame de cuantos han gobernado nuestro ... país, a lomos de la peor masacre terrorista de nuestra historia. Un atentado cuya autoría intelectual nunca ha sido esclarecida, perpetrado tres días antes de esas elecciones con el propósito de alterar su resultado y causar todo el daño posible. Vistas las cosas con la perspectiva que dan dos décadas, es evidente que quienes lo planearon alcanzaron un éxito pleno a corto y a largo plazo.
Zapatero es un mal del que no hemos logrado librarnos a pesar de la contundencia con la que fue expulsado del poder en 2011. Un ácido que corroe cuanto toca. Durante su estancia en la Moncloa no solo provocó una crisis financiera de proporciones gigantescas, que arrastró a la economía a un abismo de exacción fiscal y deuda del que no terminamos de salir, sino que desarmó al Estado de derecho ante ETA con una negociación que permitió a la banda conseguir todos sus objetivos políticos. Bildu condiciona hoy la agenda gubernamental, su portavoz parlamentaria es una condenada por enaltecimiento del terrorismo que jamás ha pedido perdón y los asesinos salen a la calle, uno tras otro, sin cumplir sus penas. Han ganado la batalla del relato y también la de la justicia, para escarnio de las víctimas y de la sociedad que lo consiente. Pero esa ignominia no le basta a ZP, que se ha propuesto destruir la unidad de nuestra nación, su democracia y su prestigio exterior, con el auxilio de su alumno aventajado, Pedro Sánchez, cómplice necesario en la perpetración de esa traición múltiple.
En todas las maniobras rastreras que lleva a cabo el sanchismo está la mano de Zapatero. Él ostenta el cargo de embajador plenipotenciario en las reuniones de la vergüenza mantenidas con el prófugo Puigdemont y se encarga de satisfacer las exigencias del golpista. De ahí que se despache con eso de que «hay que ir al reconocimiento de la identidad nacional de Cataluña», consigna independentista absolutamente impropia de quien ha tenido el honor de presidir el Gobierno, que además de retratarlo como un traidor a la Constitución, demuestra su profunda ignorancia histórica. ¿Cuánto cobra por ese papel? ¿Cuánto le paga el dictador Nicolás Maduro por representar sus intereses a este lado del Atlántico, a costa de dejar vendidos a los legítimos vencedores de los comicios venezolanos? ¿Y a cuánto asciende la factura extraoficial emitida al régimen comunista chino por sus buenos oficios lobistas entre Madrid y Pekín? Tres chalets lleva comprados en los últimos años, todos a precio de ganga en barrios cada vez mejores. A medida que la nación se hunde más y más en el descrédito, su economía florece.
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